“El último grado de perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia”
Voltaire
México tenía una Corte que en tiempos recientes demostró sí ser Suprema y sí ser de la Nación, y por ende sí ser la Nación y para la Nación, una Corte que sí ejercía su papel como contrapeso del Ejecutivo y que completaba la ecuación de la División de Poderes, un Alto Tribunal que frenó la llamada Ley Bonilla, que amparó a los trabajadores del Banco de México y otras dependencias cuando quisieron bajar los salarios de altos funcionarios, que echó para atrás un Acuerdo Energético sin pies ni cabeza y monopólico, por mencionar algunas de las recientes y trascendentes, algunas de las cuáles se celebraron en este espacio.
Pero todo pasa y todo queda, y hace una semana esa Corte se quedó corta, dejó de ser de Justicia, y se volvió en un solo movimiento la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República, fue el día que legalizaron lo inconstitucional para solapar un capricho populista más y por supuesto para pagar favores.
Desde el atropellado discurso inaugural de ese pleno que puso en jaque a la nación mexicana en manos del Presidente del finado Poder Judicial se vio hacia dónde se inclinaba la balanza, porque contrario al desarrollo regular de las sesiones y de la opinión del ministro Laynez, la Justicia sí se va a consultar en un México sin Corte porque los jueces constitucionales sí buscaron ser populares y populistas, Zaldívar trasladó un debate de lo Constitucional a lo Político, donde fisuró al Máximo Órgano Colegiado del país sobre lo más esencial, su función.
En fin, después de haber legalizado lo inconstitucional y pagar favores a algunos de los ministros, entre ellos el propio Zaldívar, la Corte ya sin alas salió a dar patadas de ahogado cambiando la pregunta eje de la consulta haciendose más impersonal, respetando los derechos humanos y el principio de presunción de inocencia de los expresidentes, pero el daño ya estaba hecho, ya estaba escrito que ese día México se quedó sin Corte.
Por cierto: Que dice el otro brazo del presidente, digo el poder Legislativo, que siempre sí regresamos a las obscuras épocas de la discrecionalidad al apagar la luz de 109 fideicomisos cuyos fondos se usaran de manera no recurrente a capricho y sin restricción.
Entre los fideicomisos que se extinguirán, de acuerdo al decreto aprobado el martes, están: el Fondo Institucional del Conacyt (FOINS); los fondos mixtos de Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica para las entidades federativas; el fondo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE); Colegio de la Frontera Norte; Instituto de Ecología; Fondo Metropolitano; el Fondo para el Cambio Climático; el fondo para la protección de personas defensoras de Derechos Humanos y periodistas, el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, y el Fideicomiso Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE), nada más y les faltan los de salud en épocas de pandemia.
Y para variar: Se nos fue un grande entre los grandes, que intentó en los últimos meses hacer oposición en el tema energético que está manejando de forma más que equivocada, se nos fue el Nobel mexicano Mario Molina.