Eros una vez–y otra vez y ¡ay, Dios mío!

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Eros una vez–y otra vez y ¡ay, Dios mío!

Miércoles, 14 Octubre 2020 00:10 Escrito por 
Eros una vez–y otra vez y ¡ay, Dios mío! #AbraPalabra

Hoy hablaremos de un libro de poesía muy interesante Eros, una vez – y otra más (originalmente Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti 2016, y que enriquecido con 20 poemas de nueva creación) de Julia Santibañez, publicado por Textofilia Ediciones, que tuve el gusto de presentar en #Filem2020, y cuya autora se permite compartir esta reunión de poemas que abordan temas humanos y comprensibles a todo aquel que quiera comprender, dirían por ahí “…quien tenga oídos que oiga…” y de esto trata esta cita de poemas.

La escena del delito se goza en el deleite, génesis de la creación de una voracidad animal irredenta cuando hasta el perro olfatea el área del pecado y adivina su reciente comisión, morir por él, vale la vida.

Los amores menores sarcasmean, y hacen el amor al mismo tiempo, pero no al unísono, en esa disonancia habita la distancia, que también existe entre quienes participan de la captura de instantes fotográficos de pareja terminando por probar la capacidad de odio cordial que cubre los miedos cotidianos que nos escurren entre las piernas.

El Primer Pudor que derrama la sopa de fideos y encuentra la existencia de un hogar en el regazo silencioso y sorprendido, personas – señores – que se convierten en hogares, lugares para volvernos sedentarios, razones para echar raíces y sembrar semillas de sus miembros, deliciosamente anhelados y disfrutados hasta la saciedad deseando que nos llueva de vez en vez en la milpita para reproducirlos nuevamente día tras día.

Soñar con poder contener el verano en las entrañas y hacer espacio para vivir el amor como círculo virtuoso desde el alma.

Eso no significa que no existan pasajes oscuros representados por celos, abusos y el despreciable acto del desgarramiento de la inocencia, el sometimiento, el silenciamiento y tantas otras cosas que no pueden negarse y están presentes, sin que su presencia afecte la naturaleza de la obra, sino que la potencian.

El eterno silencio y la pasividad de lo femenino ante el deseo escondido tras un grito en la parte baja de la lengua que carcelera de lo vital y de las ganas de ser, poseer y gozar, las ganas de atreverse a enunciarse como dueña de su antojo y darse permiso, - si tan solo no estuviera muerta de miedo - .

La delgada transparencia que se vuelve primera persona del plural, un nosotros que estalla brincando charcos en una noche de arco iris romantizada.

La culpabilidad de convertir al aquel, aquel en enemigo, ser Troya sitiada y permitir que la devastación ocurra desde dentro.

Paciencia, invención del tiempo perdido, probar un beso con 240 meses de negación y añejamiento, ganas de paladearlo en un momento, ganas de vivir sin restricciones, asomarse al vacío del sentimiento.

Saltamontes y chapulines, brincones de Montes de Venus capitulando en gerundio para que sea constante el encuentro gozoso con el rival, al grito de: “¡manos arriba!” Disfrutar entonces de la unión de los cuerpos, del rompecabezas completado en un solo intento.

Quien no ama del todo aventaja impune” y entonces disfruta del goce de Venus, sin el sabor amargo del desasosiego. Saber que la serpiente existe en cualquier paraíso respetable en la tentación latente vive siempre el peligro de la pérdida total y del posible destierro.

En la angustia de la inseguridad de los te quieros, el mar nada hacia un faro que todo lo guía y lo provoca desde su estática posición.
Acompañada eternamente de una histórica herida, esa que no permite la entera satisfacción o la devolución de su escarceo.

Convertir al portugués en la lengua fálica y faladora por excelencia en la que todos, todas y todes por derecho falamos: yo–falo, tú–falas, nosotros–falamos y luego sonreímos, cogemos y amamos.

Quienes sabemos de orgasmos y ¡Dios míos! sabemos de la dulce complicidad de los momentos, el intercambio de cuerpos, almas y fluidos, gemidos, y hasta gritos en los que la primitividad priva, y lo primigenio cautiva, para entregarse hasta el infinito, terminar y entonces vestirnos –disfrazarnos– y aparentar ser civilizados.

Les recuerdo que los días 4 de cada mes estaban consagrados a Eros, así que hoy es día de celebrar y honrar al erotismo, no lo olviden por ningún motivo, podría convertirse en su fiesta favorita.

@PalomaCuevasR

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Paloma Cuevas

La abadía de Eloísa