Que alegría poder contarlo
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Que alegría poder contarlo

Lunes, 08 Diciembre 2025 00:15 Escrito por 
Con Singular Alegría Con Singular Alegría Gilda Montaño

Me encuentro por el camino a don Guillermo que se apellida Ortiz Guzmán: GOG. Y le pregunto que por qué está el manejando. Me dice que todavía puede, y que le gusta. Me callo. La verdad que ya casi a sus 80 años me angustia mucho verlo irse hasta su otro despacho que está en el centro de Toluca. Está en ese que fue su casa algún día. Pero bueno, si llegó así desde su casa que está por el aeropuerto de Toluca, también se puede muy bien ir a su trabajo así.

Lo estoy viendo salir de su edificio, con una gran camioneta, pick up, de esas que tienen una parte atrás para llevar cosas. Y no es nada joven ya. Me preocupo. ¿Dónde está ese gordito, que pesa el doble de lo del ingeniero GOG que lo lleva y lo trae? Se cayó y bueno, pues ya ni modo.

Yo me imagino qué sentirá al pararse enfrente de ese hermoso y majestuoso edificio que se llama Centro de Negocios de Toluca, y que tiene hasta un lugar para que bajen los helicópteros. Para mí, que lo conocí hace años por el restaurante Regina que está dando a la calle, en el primer piso, es el más bonito de Toluca. Un día el más bonito fue el llamado Edificio Inteligente, que hizo el ingeniero Monroy en Metepec en Pino Suárez. Ahora es este que está en la calle de Comonfort. Entre las dos principales avenidas que cruzan Toluca: Paseo Tollocan y Las Torres. Lo definiría como imponente.

Yo les decía hace poco a dos grandes industriales que fueron al piso 5 de este hermoso edificio, que qué sentirá don Guillermo, al ponerse enfrente de su hermoso edificio y contemplarlo. Allí en medio, desde el camellón. Él que llegó desde hace muchos, muchos años, a ayudar y en mucho, a hacer para el centro del Estado de México: Toluca, un lugar como los Izcalli´s que inventó que se fabricarán para la comunidad más necesitada, el profesor Carlos Hank González.

Don Guillermo. Ese hombre que nació como el cuarto hijo de la primera tanda y que dormía apenas en petates que desdoblaban en la noche, junto a la pared, para que no le diera frío, sus padres y sus hermanos que lo querían tanto. Luego vinieron más hermanos. Pero él tuvo la suerte de ser, por un tiempo, el más chico. Cuenta que su hermano Ignacio le hizo su primera camita de pedazos de madera que se encontraba tirados y de periódico. Él era el único que después dormiría en su propia camita. El único.

Cuenta cómo desde pequeño vio a su hermano mayor, que era el segundo, cómo cantaba y lo trató de imitar. Pero a él le salieron mejor las cosas. Desde pequeño lo invitaban a que cantara en la Iglesia del pueblo, en su escuela, en distintos lugares emblemáticos, festivales y hasta le pagaban. Cuenta que siempre fue muy feliz. Que recuerda cómo su madre siempre le enseñó a comer bien y a creerle a Dios.

Allí está el mayor de ese grupo, ese Consorcio que algún día se llamó Guillermo Ortiz Guzmán; y ahora se llama Consorcio IUYET: Ingeniería Urbana y Estudios Topográficos, que no solo hace topografía. Ahora, se convirtieron en un conjunto de empresas y hacen una serie de proyectos  que van desde la topografía, --que fue como empezó--, hasta llegar a instituirse como gran conocedor y operador del proyecto BIM, (Building Information Modeling) en el sector de la construcción, ofreciendo capacitación consultoría y software, en donde promueve el uso de estándares abiertos para la colaboración en proyectos de arquitectura, ingeniería y construcción.

Don Guillermo ha trabajado desde que tiene memoria. Y todo empezó porque alguna vez a su hermano Ignacio se le ocurrió irse a estudiar a Chapingo, para ser ingeniero agrónomo, y lo invitó. Y allí estuvo don Guillermo, haciendo tres años de carrera, hasta que se enteró, a los 20 años que sería padre. Entonces, según el mismo refiere, prefirió ser padre y se puso trabajar desmedidamente. En varios lugares: el Río Balsas, por ejemplo. Eso sí: allí conoció a don Lázaro Cárdenas, al que un día se encontró y le dijo: …haces bien tu trabajo, muchacho.

Parece que todo para él ha sido un milagro. Ha saltado de lugar en lugar y siempre, pero siempre ha triunfado. Parece que Dios lo ha llevado de la mano consigo. Nunca lo ha soltado. Eso ha sido para él un prodigio, un milagro. Y lo asume, y lo agradece todos los días. Don Guillermo, que estudió hasta el tercer grado de la licenciatura en ingeniería agrónoma, es un sabio. El se dedicó, en cuerpo y alma, a aprender y a aprehender lo que muchos ya quisieran haber sabido. “Creo que hice algo muy bueno en la vida, porque Dios nunca me ha soltado”.

Él es de estatura mediana, moreno, delgado, muy cuidado en su persona; come chile con singular alegría y todo lo que venga de Oaxaca. “A mi mujer, mi madre le enseñó a prepararme toda la comida que sabía que a mi me gustaba. Esa es una parte de mi felicidad”. Come que da gusto.

“Yo he vuelto varias veces a mi tierra, y tengo allí una linda casa. Por lo menos una vez al mes, regreso a mi lugar preferido. Esa es la tierra en donde nací, en donde mi padre fue ejidatario y el líder terrible del pueblo. Al que todo el mundo le tenía miedo. Y su padre también. Allí todos hemos sido felices. Sin embargo, Toluca me abrió las puertas de su alma”.

También los días mágicos que ha tenido. También sus amores y sus canciones favoritas.

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Gilda Montaño

Con singular alegría