Después de darse a conocer el resultado que ofreció la Auditoría Superior de la Federación (ASF) a cargo de David Colmenares Páramo, respecto del ejercicio correspondiente al primer año de gobierno del presidente Andrés López Obrador, la atención se enfocó al que se realizó en la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se construía en Texcoco, en el Estado de México, por descubrir una cifra de escándalo superior a los 331 mil millones de pesos, que significó un 232% superior a la planteada por el gobierno, que pronosticó sería de 100 mil millones de pesos el costo en pérdidas por la cancelación, lo que representa un 200% superior.
La entrega de la fiscalización a la Cuenta Pública de 2019 escandalizó al mandatario y ofendido “recomendó” que se revisara el resultado porque como siempre, el tenía otros datos. Lo anterior le dio espacio para señalar: “creo que se trata de una actitud politiquera, de que buscaron dañarnos para complacer a nuestros opositores”.
Como consecuencia de la “recomendación” del presidente, se ordenó la separación de Agustin Caso, auditor especial de desempeño, con motivo de las “inconsistencias” en la cuantificación del costo por la cancelación del NAIM, que aceptó Colmenares luego de que López Obrador rechazó el resultado, además envió una carta a la Mesa Directiva del Palacio de San Lázaro para solicitar a los legisladores una investigación sobre lo que calificó como un informe “tendencioso y falso”.
El presidente advirtió que la ASF debe despejar dudas con respecto de que si hubo dolo o intencionalidad política en los resultados de la auditoria al NAIM para afectar su imagen, por lo que se pidió investigar la forma en que se llevó a cabo la recopilación de los datos y en caso de haber omisiones, sancionar a los responsables.
Sin embargo, el trabajo que normalmente venía haciendo la Auditoría Superior de la Federación no había sido cuestionado hasta entonces. De hecho, los auditores son los mismos; los que cambian son los titulares como en el caso de Colmenares; pero no es ningún improvisado, un abultado curriculum respalda su experiencia.
Las auditorías como la que se cuestiona se llevaban a cabo sin contratiempos, incluso, llegaron a incomodar a muchos funcionarios como al ex presidente Enrique Peña Nieto, quien a pesar de ello no hizo ningún intento por descalificar la labor realizada por la Auditoría. Hoy se hace de forma airada, aparte de exigirse una investigación porque a decir del mandatario se prestó para afectar su imagen.
Sin embargo la labor del organismo se lleva a cabo en las oficinas de las áreas que se revisan, para solicitar los documentos que soporten gastos, y con éstos poder hacer las anotaciones pertinentes sobre lo que se está revisando.
El trabajo de la Auditoría no puede hacerse de la noche a la mañana, o en una semana, o dos, o tres. Es un trabajo de meses, y los que la practican forman un equipo especializado.
El equipo de profesionales encargados de realizar la fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación son expertos en la materia y llevan años haciendo esa labor, con las mismas técnicas. ¿Por qué habría de ser diferente en esta ocasión? ¿cuál sería el motivo? O ¿el interés?
Se dice que hubo una deficiencia metodológica, y Arturo Herrera, secretario de Hacienda, acusó “errores básicos de contabilidad financiera” en los cálculos de la Auditoría, y dijo que cuando menos 75% del costo de cancelación del NAIM reportado por el organismo es erróneo.
Aunque no se puede descartar la posibilidad de que haya ocurrido tan increíble desatención, sí se puede adivinar que a partir de la descalificación que hace el titular del ejecutivo federal respecto de la Auditoría, aunado a la respuesta que dio Colmenares, cualquier observación que realice el organismo al Gobierno Federal en automático será descalificado.
Ahora se informa de la suspensión de Agustin Caso, y con ello se pretende hacer sentir que se está en camino de castigar culpables, la pregunta natural que se hace, sería: ¿tendría que continuar Colmenares como titular? O ¿se puede acaso demostrar que no tiene en absoluto nada que ver? En cualquier parte del mundo un error calculado para dañar la imagen del presidente debería castigarse, empezando por despedir al titular.
No obstante, en México no sucede así, en su lugar se castiga a un funcionario menor, pero colocar en la palestra el tema le ayuda al mandatario, porque ya no tendrá que demostrar nada, ni cumplir con lo que se le pide en la auditoría. En adelante, descalificar al organismo podrá hacerlo con la mano en la cintura, para cualquier señalamiento que se le haga.
La cancelación del aeropuerto dejó un grave daño patrimonial a la nación, a pesar de que se manipule la información que se relaciona con él, pero aún sin hacerlo, nadie puede negar que por tal decisión quedará una deuda a pagar por años.
Colmenares no dejará su cargo, eso le cae a López Obrador como anillo al dedo para evitar explicar lo que no quiere explicar. De la misma forma, parece ya no tener sentido el reporte que señala infinidad de inconsistencias en sus programas sociales.
Con la arrogancia y juicio mediático que practica López en la plaza pública, le da también para señalar con el dedo flamígero a sus adversarios, al decir: “considero que una actitud de este tipo no sólo obedece a una deficiencia técnica, sino también a una intencionalidad política pues, como sucedió, esta y otras falsedades contenidas en el informe fueron utilizadas por la oposición conservadora”.
Con ello, le alcanzó además para arremeter una vez más en contra de la prensa que se atrevió a utilizar información oficial, OFICIAL, es algo que insiste el presidente se debe ignorar cuando no le favorece, aunque puede ser real, por lo que se da el derecho de seguir denostando a los medios que no son afines a su gobierno.
Sí, el escándalo le cayó como anillo al dedo al presidente.