Desafortunadamente, en este gobierno de la muy cacareada, autollamada y fallida cuarta transformación, han sido asesinados 57 periodistas, indigno de un régimen que mal encabeza Andrés Manuel López Obrador que sigue decepcionando a millones de mexicanos tanto los que creyeron y sufragaron por el tabasqueño, así como quienes sabíamos que todo quedaría en en simples y viles promesas de un cambio radical de régimen.
Es preciso recordarle al inquilino de Palacio Nacional, la promesa que hizo al inicio de su mandato de proteger a los periodistas contra la violencia que sufrimos por ejercer nuestra profesión, otra asignatura pendiente de su cuarta deformación. Nuestra triste realidad es otra debido a que el año pasado ocupamos como país, el deshonroso y vergonzoso segundo lugar en el orbe para desempeñar dicha labor.
Agreguemos que el año pasado siete reporteros fueron asesinados en diferentes municipios de la república, mientras que en 31 días de este 2022 han masacrado a cinco periodistas más y como es su costumbre, AMLO se “cura en salud” argumentando que “no quedarán impunes dichos crímenes”.
La organización Artículo 19 informó que desde el 2000 hasta diciembre del 2021 se habían matado a 145 periodistas, siendo 134 hombres y 11 mujeres, más los cinco de este principio de año. Cifras indignantes, es inconcebible que llevemos 22 años de crímenes contra periodistas.
Cabe mencionar que en octubre pasado la Secretaría de Gobernación (Segob) dio un reporte en el que se indicó sobre los agravios en contra de personas defensoras de derechos humanos y contra periodistas, siendo 47 del gremio de comunicación por 94 de los defensores de derechos humanos que fueron asesinados en tan sólo tres años de administración.
Desafortunadamente, siguen masacrando reporteros en nuestro vapuleado país. En diciembre pasado perdieron la vida cinco periodistas más a manos del crimen organizado, que suma 52 periodistas y 97 defensores de derechos humanos, caídos a lo largo de 22 años.
Desde el inicio de su mandato, López Obrador no se ha cansado de atacar, difamar, calumniar, descalificar, insultar, exhibir y acosar a periodistas, así como a medios, como parte de su estrategia de desprestigio, para sentirse el dueño de la verdad y de los “otros datos”.
Es alarmante e indignante ver al jefe del Ejecutivo sacado de sus cabales, montado en cólera, lleno de odio y rencor que se acrecientan todos los días y utilice la fuerza del Estado inconstitucionalmente para vengarse y echar toda la maquinaria a andar para exhibir y agredir a como dé lugar al periodista Carlos Loret de Mola por el reportaje que publicó sobre la casa gris de Houston y de paso haber “mancillado el honor” de su hijo José Ramón López Beltrán que habitó con su esposa y que es propiedad de un alto funcionario de la empresa norteamericana Baker Hughes que ha sido beneficiada en este sexenio obteniendo contratos multimillonarios en dólares, creando un enorme conflicto de interés del que AMLO se niega a reconocer.
Es por ello, que López Obrador sigue con sus campañas de calumnias y de distractores para ocultar que su administración ha fracasado, no hay resultados positivos de nada, tenemos un enorme retroceso y decrecimiento económico, estamos en recesión y lo niega; no hay inversiones nacionales y ni extranjeras (por la pérdida de confianza de los empresarios hacia su gobierno).
Suman más de 900 mil muertos (cifras reales) por la pandemia que no la ha podido controlar el gobierno y sigue causando estragos entre todos los habitantes de la república por la pésima estrategia armada por la 4t.
Y qué decir de los más de 110 mil asesinatos de mexicanos a manos del crimen organizado que siguen apoderándose de municipios y regiones que crece en todo el territorio nacional desmedidamente, ¿Y la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas, qué instrucciones reciben del jefe del Ejecutivo?
Otro fracaso en este rubro del gobierno de la 4t, las terribles balaceras que se desatan todos los días en decenas de municipios de distintos estados de la república gracias a su “brillante ocurrencia” de “abrazos no balazos”. El país se resquebraja día a día y López Obrador dedicado a sus nefastas conferencias mañaneras para distraer la atención de los verdaderos problemas que no ha solucionado.
Las pérdidas de 11 millones de empleos que no se han recuperado, así como el cierre masivo de más de un millón 500 mil empresas que tampoco pudieron reabrir sus puertas por la falta de voluntad de López Obrador para firmar un Acuerdo Nacional en 2020 para que se recuperara la economía y los mexicanos sus fuentes de trabajo.
Por si existen dudas al respecto, -apreciable lector- la empresa Baker Hughes ha sido contratista de Pemex desde hace seis décadas, pero desde el inicio de la era Morena, ha triplicado su facturación con Petróleos Mexicanos: En 2018 firmó un contrato por 66 millones de dólares: en 2019 que debería concluir en ese año, pero hubo otro contrato en agosto por 49.5 mdd y en diciembre otro más por 60 millones de los billetes verdes.
En 2020 Pemex autorizó una ampliación por 99 millones de dólares; y un cuarto contrato se signó en noviembre del año pasado por un monto de 66 millones de dólares.
Cabe mencionar que Pemex tiene diversas modalidades de contratos, de “procedimientos convencionales de contratación” que se refieren a adjudicaciones directas, concursos abiertos o “invitaciones restringidas y aquellos en los que se ofrece “abastecimiento estratégico a partir de las necesidades de las áreas productivas”.
Con Baker Hughes se puede desglosar en dos modalidades: contrato preparatorio o acuerdo preferencial (ACREF), ambos surgen a través de “alianzas contractuales” que, según Pemex son usados de manera recurrente en la industria petrolera internacional.
En un acuerdo ACREF pueden participar dos o más proveedores, no tiene un monto asignado y sus precios de referencia siempre son actualizados durante el plazo del acuerdo. Cada acuerdo tiene una vigencia de cinco años y para hacer uso de ellos, se elaboran contratos específicos que se ejecutan a través de órdenes de servicio. ¿Qué tal? ¿Existe o no, conflicto de interés?
Por supuesto que López Obrador no parará su ira contra los medios y los periodistas que publican la realidad que vivimos los más de 126 millones de mexicanos, por el simple hecho que el inquilino de Palacio “tiene otros datos”.
José Ramón López Beltrán se tardó 17 días para contestarle pero sin desmentir a Loret de Mola, enredándose, sin sustento alguno y mintiendo en tan sólo ocho renglones, al igual que lo hace su padre cotidianamente y sin aclarar absolutamente nada, por el contrario, se enredó solo.
Decenas de reporteros de todos los medios masivos de comunicación, protestaron en días pasados en las Cámaras de Diputados y de Senadores por los arteros crímenes y el hostigamiento en el que nos encontramos los periodistas.
¡Exigimos respeto! ¡No más periodistas asesinados en su sexenio, presidente López Obrador!
Ya se les olvidó a estos izquierdistas (hoy en el poder) que piensan como Carlos Marx pero que quieren vivir como Carlos Slim, cuando eran oposición censuraban todo lo que hacía el régimen en turno, tomaban las tribunas de ambas Cámaras, agredían a sus pares, se desgarraban las vestiduras diciéndose “patriotas”, cuando nunca lo han sido.
Insultaban a los legisladores de los grupos parlamentarios del PRI y del PAN en ambas Cámaras que de igual manera atendían las órdenes enviadas por los presidentes en turno (desde Los Pinos, (hoy lo hace desde Palacio Nacional) para que le aprobaran todas las iniciativas recibidas, haciéndole las reverencias respectivas y cerrando filas en torno a su mandatario.
Lamentablemente, no hay rumbo fijo, no tenemos un futuro para recomponer este desastre de administración, no vislumbramos un cambio de estrategias ni de políticas públicas eficientes, el panorama se ensombrece cada día, seguimos en caída libre. La inacción de López Obrador está a la vista de los más de 125 millones de mexicanos. Es indignante y vergonzoso el mal proceder del jefe del Ejecutivo. ¿Hasta cuándo acabará esta pesadilla?