Apenas con dos meses en el cargo, ya hay presidentes municipales que cayeron en la ambición de la fama y sacaron sus encuestas alegres que los posicionan con la mayor aceptación de sus gobernados.
A dos meses en funciones, cuando no han generado ni programas ni obra pública propia.
Ahí tenemos a Metepec y Huixquilucan como ejemplo. Les gana la soberbia, señores alcaldes.
Para poder medir el impacto de su trabajo en gráficas de aprobación social, primero deben sentar los primeros resultados acordes a las expectativas de sus gobernados generadas en campaña.
De otra manera, solo son “estrategias” fallidas de posicionamiento mediático, que desde la trinchera de la comunicación política no son ni recomendables ni rentables.
Hoy por hoy, la principal medición de la aprobación social de un gobierno está en la gobernabilidad que se consigue a través de una comunicación efectiva, si mediante los medios masivos, pero con información constante y precisa de las acciones, programas y obras que tendrán impacto medible en los distintos grupos sociales de un municipio.
Finalmente, es de lamentarse el aumento salarial de los diputados mexiquenses, de casi 30 mil pesos mensuales a siete meses de ocupar su curul, cuando no les conocemos ni una sola ley o reforma de ley de avanzada. Lo único que lograron y con trabajo fue la aprobación del paquete fiscal 2022 del Ejecutivo estatal.
Lamentable porque es un salario lejano a la realidad económica que viven los 16 millones de mexiquenses, quienes además de bajos salarios, enfrentan dinámicas diarias de inseguridad y malos servicios públicos. Congruencia.