No es posible. De nuevo pasa. Estoy atónita y estupefacta. Los mineros, esos que se sumergen, que están instalados en lo más profundo de las minas, en hoyos que ellos mismos hacen, que se trasladan con rieles que improvisan y con carbón y derrumbando, picando e inventando lugares por donde creen que habrá más material, ahora se encontraron con agua por todos lados. Y por supuesto que están todos ahogados. Todos desechos, todos asfixiados. Y tratan de rescatarlos y les dan esperanza. ¿Pero, por qué no lo vieron venir antes? ¿Por qué les hacen creer que siguen vivos? ¡Qué miserables! No saben, porque no lo han dado a conocer, quién es el dueño de la mina, no estaban pendientes más que los familiares de ellos mismos que todos angustiados están sin dormir, con la mínima esperanza de poder encontrarlos. Ellos saben, presienten, que ya vivos, ni remotamente. Qué triste.
Mandamos a morir a nuestra gente. Ellos son mexicanos que se dedican a ganar el pan y la sal para su familia. Ellos son los más desvalidos que sienten que, entrando a un lugar obscuro, lleno de alimañas y de derrumbes bajo sus hombros, están llegando a donde encuentren “eso”: oro, plata, carbón, o más minerales, -que tiene en su centro la tierra-, sacarán. Y la verdad es que yo estoy muy confundida. No tengo ni la más remota idea, si ellos tienen seguro social; si tienen alguna agrupación sindical; si están con protección alguna; si tienen por lo menos, un lugar a dónde ir si tienen algún accidente… En fin, he conocido la pobreza, porque la he ido a trabajar a lugares muy remotos de mi Estado. Con las “etnias” que son las más desvalidas. Pero, ni lejanamente me imagino “esa” pobreza extrema, en donde hombres mexicanos, están dando su vida, por comer.
Creo que la imagen que se fue a todos los medios del mundo, fue esa en la que está un minero afuera del hoyo negro, a obscuras, sin luz alguna más que la que de sopetón pudieron llevar los marinos que hoy quieren arreglar todo… y llora. ¿Qué otra cosa puede hacer? Esperar. Pero ¿qué?
Les están mintiendo, y además de todo, eso no se vale. Luis Armando Ontiveros volvió a preguntarse si vale la pena jugarse la vida en las minas de carbón, luego del accidente en Sabinas, Coahuila, donde 10 colegas permanecen atrapados. Pero debe hacerlo para que sus hijos estudien y no tengan que seguir sus pasos.
“Cuando está todo bien, no piensas en el peligro. Pero ya pasan las cosas y piensas en dejarlo, en buscar otro trabajo”, reconoce Luis Armando cerca del socavón donde rescatistas luchan por sacar vivos a los obreros atrapados desde el pasado miércoles.
Él mismo sobrevivió a un hecho similar, cuando un socavón de 60 metros de profundidad colapsó al resultar inundado repentinamente. Cinco obreros lograron escapar.
Luis Armando tiene un sueldo mensual equivalente a unos 500 dólares en promedio, poco más de 10 mil pesos. Es lo que gana la señora del aseo de mi casa, que llega a las 10 y se va a las 4 con desayuno y comida. Y aguinaldo y sustento.
AFP, la agencia, informa: El rescate de los 10 mineros que están atrapados desde hace tres días en una mina de Sabinas, Coahuila, se ha visto obstaculizado por las inundaciones en los pozos del área del accidente.
Es “indispensable reducir el nivel del espejo del agua en la zona del incidente para estar en condiciones de permitir el ingreso seguro del personal especializado en búsqueda y rescate”.
Ante esa situación, el equipo a cargo de la emergencia decidió, por recomendación de especialistas, realizar dos perforaciones en el área donde está la mina y “colocar una cortina para evitar que siga llegando más agua a los pozos”, indicó el subsecretario de la Secretaría de la Defensa Nacional, Agustín Rádiala Suástegui.
En lo que logran bombear el agua, un equipo de buzos se prepara para ingresar. La Fiscalía de Coahuila solicitó a familiares señas particulares de los trabajadores atrapados para poder identificarlos, pero sin aclarar si hay avances en el rescate.