En esta ocasión hubiera querido escribir algo sobre el informe del Presidente Andrés Manuel, pero el texto que leyó difícilmente puede ser considerado “informe” y mucho menos rendición de cuentas. Resultó ser algo parecido a una mañanera, donde los datos son manipulados para dar la impresión de que “todo está bien”. De hecho, como bien dijo Muñoz Ledo, parece que habla de otro país.
George Orwell decía que “el lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades”. Lamentablemente, la opacidad en los tiempos actuales es la constante y la falsedad de la información o la imposibilidad de comprobar su veracidad le dan la razón a Orwell. Supongo que, en el fondo, se busca ocultar la cruda realidad de los hechos y los escasos resultados positivos que en materia de política pública el gobierno federal ofrece a los mexicanos.
Antoni Gutiérrez Rubí dice que la comunicación es clara cuando su redacción, estructura y diseño permite que los destinatarios encuentren fácilmente la información que necesitan, la comprendan y sean capaces de usarla porque es directa, transparente, simple y eficaz. Yo agrego que, además, debe ser relevante para los receptores. Andrés Manuel presentó un texto con lenguaje oscuro y opuesto a los valores éticos y sociales. En los extremos, usó palabras y formulaciones confusas, así como inadecuadamente especializadas, que el escucha o lector común no entiende y que reflejan la pretensión de manipular a los destinatarios.
Cito un ejemplo en la frase: “Durante los gobiernos neoliberales, por corrupción, se apostó a privatizar la salud, ahora que ya pasó la pandemia, afortunadamente, estamos dedicados a levantar el sistema de salud pública”. El hecho es que el 54% de quienes requirieron atención médica en la pandemia recurrieron a servicios privados. Y en pleno 2022 el nivel de vacunación infantil (niños de uno y dos años con esquema completo), esfuerzo que encabezaba el sector público, cayó de 77.9 %, antes de este gobierno, a 35.8 % en 2021.
O esta otra frase: “Homicidios disminuyeron 10 por ciento durante la 4T”. A pesar del manejo engañoso de cifras al hacer comparaciones con otros sexenios, “México Unido Contra la Delincuencia” ha demostrado que se registran más de 2 mil homicidios y feminicidios mensuales desde 2016, es decir sin disminución significativa.
Qué lejos están estas frases de los criterios establecidos en el manual, que en 2007, publicó la Secretaría de la Función Pública, que en su presentación señalaba: “ el gobierno tiene la obligación de proporcionar a los ciudadanos, información clara y entendible que fomente la transparencia, la rendición de cuentas y la mejora de la gestión”. El manual se presentaba como una herramienta para facilitar el desempeño de las funciones y atribuciones de los servidores públicos, particularmente de aquellos que tienen la gran responsabilidad de escribir comunicados, regulaciones, oficios, letreros, cartas y requerimientos…” El mismo documento establecía que “en la información pública no se dan opiniones, se informan datos, hechos, realidades, acciones… Hay que evitar reducir al mínimo las valoraciones y el uso de adjetivos, y buscar la comunicación en lo tangible y visible”.
Los líderes políticos establecen comunicación con sus gobernados a través del discurso. El discurso es reflejo de su personalidad, sus palabras llevan mensajes a sus escuchas: qué pienso, quién soy, qué hago. Las palabras tienen peso y vida propias, especialmente cuando las utiliza un líder. Por eso, los líderes políticos tienen que ser ejemplares. Y ser ejemplar implica mucho más que hacer lo correcto, mucho más que simplemente seguir y cumplir con las normas. El medio es el mensaje, el emisor también. Las trayectorias profesional y política se convierten en avales de confianza y adhieren credibilidad a los mensajes.
Espero que algún día nuestros actuales gobernantes entiendan la importancia de comunicar adecuadamente y emitan mensajes con honestidad, libres de manipulación y teniendo en mente al público al que sirven. Quisiera escuchar, de nueva cuenta, aquellos discursos cortos y claros, con palabras que generan confianza en un mundo de incertidumbre y descrédito político.
Concluyo con una frase de Felipe González sobre la comunicación pública: “tiene que ser austera, es decir, lo más breve posible, directa y empática con el estado de ánimo de los ciudadanos”.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.