Tristemente me doy cuenta que la Ley no cambia mentalidades retrógradas. Sí, lo digo por la recién aprobada Ley de Matrimonios Igualitarios. De qué sirve que la ley les de igualdad de derechos, de qué sirve que logren conquistas legales, si la gente no se los da y no se los respetan.
Tristemente, he leído cantidad de mensajes homofóbicos, grotescos, groseros, por supuesto, de mentes muy limitadas; y no hablo de personas iletradas, no, hablo hasta de profesionistas que nomás traen un chip machista, conservador, costumbrista o ya no sé cómo llamarlo decentemente, porque en realidad me gustaría llamarlos de otra manera, pero cuido mi lenguaje y me aguanto las ganas.
La verdad es que el día que el Congreso Local aprobó la ley de Matrimonios Igualitarios, me sentí contagiada de la emoción que vivieron los de la comunidad LGBTIQ y más. Los brincos de felicidad, no miento, vi lágrimas en algunos de ellos. “Maravilloso, indescriptible” dijo el alcalde de Nezahualcóyotl Adolfo Cerqueda, que compartió los festejos afuera de la Cámara de Diputados, en donde la música del mariachi aderezó el cántico de “Nos vamos a casar, nos vamos a casar”.
Y pues bueno, es un excelente paso que la Ley los reconozca, pero ahora necesitamos castigos ejemplares para los crímenes de odio, la censura, las miradas lacerantes, las groserías y los desprecios.
Y luego de esto, también necesitamos que los padres de hoy, las escuelas y la sociedad consiente, eduquemos a nuestros hijos con una mentalidad pareja, de respeto a todos y todas, a los sentimientos y a forma de ser de cada persona, siempre y cuando no agreda los intereses de los terceros; digo, por aquello de que los derechos de uno terminan donde empiezan los de otros.
Además, esta Ley es única por la forma en que se realizó. Por primera vez en el pleno legislativo no hubo fracciones parlamentarias; hubo diputados locales y cada quien votó conforme a su propia convicción, sin la obligación de levantar la mano por instrucciones del líder del Grupo Parlamentario.
Hubo quienes se abstuvieron o votaron en contra, entre ellos el líder del PRI, Elías Rescala Jiménez, pero no lo hizo por estar en contra de la unión legal entre dos personas del mismo sexo, sino por estar en contra de la etimología de la palabra Matrimonio “Matrimonio viene de matriz, yo creo que no va en este caso; yo propuse la unión entre personas que abarca a todos, sean del sexo que sea; pero al parecer los otros diputados no se enteraron de mi propuesta, por eso voto en contra”, me dijo.
El discurso más emotivo a favor de la Ley del Matrimonio Igualitario, fue el de una diputada, casualmente también priista; Paola Jiménez quien dijo, entre muchas otras cosas:
“…El amor lo puede todo. Si el amor heterosexual para florecer tiene que ser cálido, el amor homosexual tiene que ser valiente”.
“…tomo esta tribuna a nombre de aquellos a quienes les han hecho pensar que se tienen que dar un beso a escondidas, por aquellos y aquellas que les han negado un empleo por su orientación sexual…tomo esta tribuna por aquellos y aquellas que alguna vez pensaron en el suicidio porque no les dejaron amar a quien querían…”
“Por aquellos políticos a quienes les dijeron que tenían que esconder su orientación sexual para que su carrera floreciera, tomo esta tribuna por aquellos que hoy ya no están …”.
Dijo también que ninguna generación volverá a sentir que su familia es diferente; ningún adolescente va a volver a esconderse y a nadie le van a volver a convencer de que amarse puede ser malo.
Hermosas palabras que hablan de la aceptación sin discriminación; ojalá y la sociedad aprenda a respetar los sentimientos de los demás; por lo que a la Ley respecta, ¡Enhorabuena!