Hay quienes aseguran que 2018 es el año de la debacle del PRI. Eso mismo decían en 2000 y resurgió. Lo que sí, es que viene la debacle de una generación de políticos que secuestraron al tricolor y que irán a parar al basurero de la historia: muchos “juniors” y corruptos (sin generalizar, por supuesto, porque hay rescatables). El PRI no es sólo un partido político, es un movimiento histórico que muchos seguirán abrazando.
Viene para el Partido Revolucionario Institucional una fuerte sacudida, como aquella que sufrió cuando Vicente Fox ganó la presidencia a Labastida Ochoa después de más de 70 años en el poder. Por supuesto, buscará por todos los medios no perder la presidencia.
Para millones, Andrés Manuel López Obrador, quien ha generado un movimiento que no solo refleja el antipriismo y son fieles seguidores, representa el cambio. Habrá quienes crean que puede quedarse nuevamente en el camino, pero hoy por hoy encabeza las encuestas… y por mucho.
Y el “Chico maravilla”, como le llaman a Ricardo Anaya, de la coalición “Por México al frente”. Un joven con mucha energía tras superar escándalos. Anaya llega primero como líder nacional, y luego como precandidato presidencial, luego de enfrentar a grupos panistas con arraigo, que valió incluso la salida de Margarita Zavala de Acción Nacional, quien ahora busca ser candidata independiente. El PRD se suma con Anaya y ello le da la posibilidad de estar en segundo lugar en algunas encuestas.
Todavía falta medio año para llegar a la elección. Andrés Manuel López Obrador está blindado como para que de nuevo sus seguidores crean las posibles campañas que pudieran orquestar en su contra. Eso lo saben los otros partidos. Entonces ¿podrían aplicar la fórmula del Estado de México?
Me explico. En la entidad mexiquense, el PRI corría alto riesgo de perder; de hecho, así fue, pero sus aliados (PANAL; PVEM) le dieron el triunfo, al final, a Alfredo del Mazo Maza. Delfina Gómez, candidata de Morena avanzaba; las campañas en su contra no funcionaban. Fue entonces cuando el blanco priista fue Josefina Vázquez Mota, del PAN. Los panistas, al ver que su abanderada se desplomaba, prefirieron aplicar el voto útil: ¡jamás votarían por Morena!
Surge además esa figura sencilla y agradable de Juan Zepeda, del PRD. ¿A quién no le simpatizó esa imagen de quien fuera un joven migrante de Nezahualcóyotl que salió adelante y llegó a ser presidente municipal y diputado? Cultura del esfuerzo, una frase muy priista, por cierto.
¿Y la candidata independiente a gobernadora? Teresa Castell, la empresaria, la ciudadana, la que quiso abrazar el voto de la mujer y de los indecisos; la que atacó no sólo al sistema sino a todos los políticos. La que, al final, también atrajo votos.
¿Veremos en el escenario nacional a un Alfredo del Mazo en José Antonio Meade? ¿A una Josefina Vázquez Mota en Ricardo Anaya y será el panista el blanco de los ataques tricolores? ¿A un Juan Zepeda en Jaime Rodríguez, “El Bronco””? y… ¿A una Teresa Castell en Margarita Zavala? Ya veremos. Lo cierto, es que los ciudadanos tenemos en nuestras manos la decisión.
