Mientras en la Cámara de Diputados continúa la discusión de 56 iniciativas de ley, la sociedad se organiza para defender al INE ante la embestida del presidente, Morena y sus partidos rémoras para desaparecerlo y afectar todo el sistema electoral autónomo, en el que los gobernados no tienen voz ni voto.
Yo fui testigo de cuando el gobierno era el gran organizador de los procesos electorales y se confundían las líneas divisorias entre gobierno, partido político y autoridad electoral. Por eso, para mí es incomprensible la intención del gobierno actual, que ganó gracias al sistema electoral autónomo, de regresar 50 años en el tiempo a una autoridad electoral dirigida desde las oficinas gubernamentales. Aún tengo presente la ocasión en que era representante de casilla y el auxiliar de la comisión electoral, un personaje ligado al PRI, que llevaba más de 200 boletas enrolladas, todas marcadas a favor de ese partido, pretendía que se incluyeran, no obstante que el cómputo de mi casilla había terminado y sólo faltaba llenar las actas correspondientes. Confieso mi coraje e indignación por este hecho. Confieso que así inició mi carrera política. Confieso que más que hacerme panista, me hice anti sistema, me convertí en un convencido demócrata.
Mi participación en cada proceso electoral tenía un fin: luchar contra un aparato defraudador de la voluntad ciudadana, evitar que los gobernantes les quitaran a las/os ciudadanas/os la libertad de elegir quién ganaba una elección. Cómo olvidar mi trabajo para impulsar la credencial con fotografía, para que fuera el Estado de México, en 1993, la primera entidad en utilizarla. Y lo logré. Sí, quiero decirlo alto y claro, especialmente para las/os jóvenes lectoras/es que han crecido con la credencial para votar con fotografía: antes de 1993 esa valorada credencial no existía, no crean que así ha sido siempre en este país y no pierdan de vista que algo tan simple y tan fundamental se puede perder.
Bueno, volvamos al punto principal, ese sistema retrógrado que describo, se quiere restaurar. Esta reforma es inédita porque propone cosas por demás peligrosas para las/os ciudadanas/os y para la democracia y porque es una iniciativa del gobernante en turno sin consenso de los demás actores políticos. Destaca la elección por voto directo de consejeras/os electorales que pondría al órgano electoral bajo control del gobierno. En mi opinión esta reforma busca favorecer a alguno de los abiertamente precandidatos de Morena, o distraer la atención de múltiples problemas sin resolver, como. Hoy ha iniciado un ataque directo a gobernadores opositores encabezado por quien debiera conducir la buena política de conciliación, descalificándolos, amenazándolos y hasta insultándolos. Este ataque busca hacer a los gobernadores operadores políticos del régimen… Sí, como hace 50 años.
¿Hay asuntos pendientes en nuestro sistema electoral, puntos que podrían mejorarse? Sí, sin duda. Una hipotética reforma electoral democrática podría impulsar cambios pendientes de gran calado como revisar el modelo de comunicación política, la propaganda electoral incluida la mañanera, la nulidad de una elección por incursión evidente del crimen organizado, la segunda vuelta electoral de gobernadores y del mismo presidente de la República, la proporcionalidad pura en la Cámara de Diputados y en el Senado (eliminando la “cláusula de gobernabilidad” y, desde luego, las facultades del INE para constatar los procesos de democracia interna intrapartidistas. Pero no son los tiempos ni las formas.
Si Morena y sus aliados han ganado, desde 2018, 21 procesos electorales estatales y la misma elección presidencial que organizó este INE, o bien los respectivos órganos estatales, entonces, el argumento de que el sistema electoral actual no garantiza certeza, imparcialidad y transparencia cae por su propio peso. La razón está en otro lado, es decir, hacerse del árbitro de la contienda para perpetuarse en el poder, y manipular los procesos a modo como sucedía en el pasado.
Todo lo anterior deja ver de manera directa qué pretende el oficialismo. Quieren una verdadera elección de Estado, en los procesos del Edoméx y Coahuila, y el mismo federal, con recursos superiores a 400 mil millones de pesos y con 22 millones de beneficiarios directos de sus programas sociales. Estaremos viendo a gobernadoras/es responsables de territorios y encargadas/os políticos poner todo el aparato gubernamental al servicio de un partido político. Veremos a alcaldes, diputados, regidores, sevidoras/es públicas/os todas/os convertidas/os en un cínico aparato electoral en favor del oficialismo. Agreguemos a la televisión pública tratando de adoctrinar, difundir propaganda y con ácidas críticas a las/os opositoras/es. El presidente, por su parte, como lo ha hecho en ocasiones anteriores, sin acatar ninguna indicación del INE.
Desde la propaganda mañanera, hasta los funcionarios oficialistas con viajes y gastos jamás reportados; recursos abundantes para financiar campañas negras, opiniones y entrevistas pagadas, asesorías, encuestas, acarreos a mítines al por mayor. La coacción estará como nunca, empezando por el espionaje a la vieja escuela: la Unidad de Inteligencia Financiera, la FEPADE o el SAT amedrentando ciudadanos, organizaciones, empresarios, movimientos sociales, medios de comunicación y líderes opositores.
No obstante, en contraparte, la sociedad se prepara para enfrentar una batalla muy desigual contra el gobierno. Llama a defender al INE por todos los medios a su alcance, convocando a una marcha y a un paro nacional al día siguiente. Hasta la Conferencia del Episcopado Mexicano publicó un desplegado en el que hace un reconocimiento al INE, describiéndolo como una institución que ha madurado en beneficio de la democracia y afirmando que la iniciativa gubernamental tiene orientación y motivos retrógrados.
Así, el reto ciudadano es mayúsculo. O construimos una amplia unidad social con la mayor inteligencia y ética posible, sin la tentación de caer en la provocación o violencia, porque los amlover estarán instrumentando su máxima agresión a quienes no pensamos como su líder, o perderemos la posibilidad de que la pluralidad de la sociedad mexicana se vea representada en nuestros gobiernos. Tenemos que ambicionar la continuidad de la transición política. Tenemos que apostar por preservar nuestras libertades, especialmente la libertad de elegir quién nos gobierna. Las/os ciudadanas/os tenemos que ser superiores, en todo momento, debemos asumirnos como críticos implacables de los gobernantes y debemos contagiar de nuestro ánimo y entusiasmo por ser demócratas a quienes hoy están en duda y/o pasivas/os.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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