Acambay, 110 años. Nube de polvo que abrazó ruinas

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Acambay, 110 años. Nube de polvo que abrazó ruinas

Martes, 22 Noviembre 2022 11:12 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

“Acababa de amanecer. Estaba tomándome la leche, cuando un sacudón movió todo. Un mareo que no paraba; mucho ruido y una gran nube de polvo lo cubrió todo; sólo recuerdo que los perros no paraban de ladrar, los gallos y los burros, a su manera, también… Comenzamos a correr entre las ruinas”. Así describió un sobreviviente, que para entonces era muy niño, testigo de los hechos de aquella mañana del 19 de noviembre de 1912, en la que todo quedó en ruinas después de un gran sismo, en Acambay, Estado de México, hace 110 años.

La anécdota fue narrada por el arquitecto Edgar Serrano Pérez, Cronista Municipal de Acambay, este sábado 19 de noviembre de 2022, en el hermoso Jardín Hidalgo, ubicado en la Plaza Central del Municipio mexiquense, ante más de un centenar de niños de educación básica, funcionarios públicos, invitados especiales y vecinos del municipio que participaron en la Ceremonia Conmemorativa por los 110 años transcurridos de aquel desastre que dejó 400 casas destruidas y “700 muertos y heridos”, según la tradición oral del pueblo, mientras al país lo sacudía una revolución armada.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), el sismo de Acambay fue de magnitud 6.9 grados y ocurrió a las 7:55 horas del 19 de noviembre de 1912. Es considerado como uno de los sismos más importantes de la historia de la sismología en México y uno de los más devastadores. El recuento de los daños consta básicamente en reportes periodísticos, ahí se consignaron más de 100 personas fallecidas oficialmente en Acambay y Tixmadejé. Este sismo marcó un precedente, ya que puso de manifiesto que es posible que ocurran sismos grandes, de magnitudes cercanas a 7, con epicentro en la región central del país, algo atípico pero latente en las entrañas del territorio.

Al conjunto de dos fallas normales, paralelas, con inclinación opuesta en un ambiente tectónico expansivo, se le denomina graben o fosa tectónica. En el subsuelo de Acambay existe un graben que mide aproximadamente 40 km de largo y 15 km de ancho. Los sismos que ocurren al interior de la placa de Norteamérica, en la región central de la República Mexicana –donde se localiza Acambay– son de magnitudes pequeñas, no obstante, de manera extraordinaria, suelen ocurrir sismos como el de 1912. Históricamente se han detectado varios, como el del 22 de febrero de 1979 con una magnitud de 5.3. Más recientemente, entre enero de 1998 y diciembre de 2005, el SSN reportó 44 sismos ocurridos en la región del Eje Volcánico Central y, de enero de 2006 a noviembre de 2014, se reportaron otros 43 sismos con epicentro en el Estado de México. Todos con magnitudes pequeñas, entre 2.3 a 4.3. Sin embargo, no se descarta uno mayor, en cualquier momento. http://www.ssn.unam.mx/sismicidad/reportes-especiales/1912/SSNMX_rep_his_19121119_acambay_M69.pdf

En el libro conmemorativo Acambay. 100 años después, 1912-2012, publicado por la Secretaría de Educación del Gobierno Estatal, hay un recuento de información y datos muy importantes de aquellos hechos, destacándose gran parte de la tradición oral y pasajes históricos relatados extraordinariamente. Ahí se menciona que un día antes del trágico sismo, hubo uno precursor, registrado a las 23:08 horas del lunes 18 de noviembre, el cual fue de regular intensidad y le quitó el sueño a muchos de los habitantes, quienes al día siguiente acudieron a la homilía tradicional de los martes, a las 7:00 horas, a dar gracias a Dios porque el sismo del día anterior transcurrió sin novedad.

Desafortunadamente ahí, en la iglesia principal del pueblo, fue en donde más víctimas mortales hubo, tras su colapso. “A las siete horas, 18 minutos y 17 segundos, el sacerdote terminaba el Evangelio y se disponía a iniciar el sermón cuando, de pronto, fue interrumpido por un inusitado ladrido de perros seguido del movimiento de la tierra. En medio de aquel espantoso pánico, primero se escucharon gritos de alerta: ¡Está temblando! y después de desesperación ante la imposibilidad de salir. La puerta principal y el pequeño acceso lateral se convirtieron en un embudo. En cuestión de segundos, mientras unos trataban de salir, otros rezaban y pedían a Dios que cesara aquel momento. Seguido de un crujir de muros, comenzaron a caer pedazos de techumbre, hasta que todo quedó bajo la bóveda celeste. Unos lloraban, otros rezaban y muchos emitían quejidos y gritos de dolor e impotencia por la tragedia”.

La población del Estado de México y la hoy denominada CDMX, según el censo de 1910, sumaban un millón setecientos mil habitantes en esa época; hoy, a más de 110 años de distancia, 25 millones de personas habitan ambas ciudades –más del 20% de la población total del país–, lo cual potencia enormemente los riesgos en la zona y, de presentarse un sismo con las características del de Acambay en 1912, la intensidad de las afectaciones hoy día serían enormes si consideramos la gran perturbación de los mantos acuíferos, la devastación de las áreas naturales, la proliferación de asentamientos poblacionales en zonas de restricción y la enorme cantidad de edificaciones realizadas mediante procesos de autoconstrucción, sin sustento normativo y técnico.

Por lo anterior, recordar el sismo de Acambay, en 1912, forma parte de una cultura de autoprotección que se debe impulsar ante futuros escenarios posibles. Hacer del conocimiento de los niños de estos hechos históricos, como se hizo este sábado, es encomiable, pero deben extenderse y multiplicarse. En tanto, hagamos cada quien lo que nos corresponde y no olvidemos que el espacio más seguro es el que construimos todos juntos.

 

Hugo Antonio Espinosa
Fue Director del Heroico Cuerpo de Bomberos de Toluca,
Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.
Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX
@CmdtEspinosa cmdtespinosa

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