Vivimos en un bombardeo constante de mensajes de lo que es el éxito y la felicidad. Que si tienes que ser alguien popular, tener fama, dinero y ahora vamos como pollos sin cabeza persiguiendo ese éxito, persiguiendo esa zanahoria, sin saber que nosotros somos el burro al que le han implantado la creencia de "cuando llegue, seré feliz". Pero esa felicidad y esa meta nunca llegan...
Vivimos en una sociedad en la que lo tenemos todo al instante y no estamos satisfechos con nada. Buscamos emociones fuertes porque nuestras vidas están vacías.
La sobre estimulación es una pesada carga que le hemos dejado a las nuevas generaciones que a su vez no les estamos dejando vivir sus propias vidas, cometer sus propios errores. Ahora si los hijos se raspan las rodillas es un drama, ¡mejor que no les pase!
Estas nuevas generaciones no toleran las frustraciones ni el aburrimiento, ni el dolor, sus mentes sólo desean, desean, desean y son insaciables.
Se le llama la generación de Cristal, sin embargo, no es una generación frágil, lo que sucede es que estamos viviendo en una sociedad frágil, una sociedad de cristal y de eso todos somos responsables.
Es momento de reflexionar, parar y ver qué es lo que estamos haciendo mal. En nuestras manos está que nuestra salud mental, nuestros hábitos y nuestra vida en general mejore, se transforme.
Y es que sólo queremos ver y vivir el lado positivo de la vida, pero el dolor es algo intrínseco en ella. La vida nos presenta todos los sabores, tanto los dulces como los amargos, pero con nuestra arrogancia y nuestra mente egocéntrica queremos solamente los dulces, sin embargo, la vida te los da todos.
YouTube te censura los videos en los que se dicen cosas inapropiadas según sus conveniencias, las empresas de este tipo de redes mediáticas tienen un sistema riguroso en cuanto a lo que vas a decir porque la gente se puede volver en tu contra. Hemos creado unos marcos imaginarios que no están escritos en ningún lado, pero que ni se te ocurra pasar de ahí porque todo el poder mediático y toda la furia de las masas irán hacia ti.
Entonces ¿qué sociedad estamos creando?
Una sociedad a la que le estamos quitando todo lo negativo en la que a la mínima situación o al mínimo bache que le ocurra a nuestra vida nos vamos a hundir. Pero porque no estamos familiarizados con el dolor, con el lado negativo de la vida y pretendemos evadirlo.
Vivimos en una era en la que de los 0 a los 18 años la única preocupación era no tener el cuarto ordenado o no aprobar un examen. Luego salimos ahí fuera sin haber aprendido lo esencial, y ahora lo que tenemos son un montón de niños malcriados con cuerpos de adultos que pasan su vida quejándose de que su vida es una basura, o enjuiciando a los demás ya que se creen superiores que el resto.
Ahora todo el mundo quiere ser YouTuber, TikToker, Instagramer, gastando sus vidas subiendo videos sin saber realmente cuál es su motivación primaria. ¿El éxito, el dinero, la fama? Y no saben nada acerca de sus familiares o peor aún, de ellos mismos.
Son incapaces de mantener una conversación profunda con otra persona y se quedan ahí, en la superficialidad, en las notificaciones, en la información rápida. Nos quedamos en el egoísmo puro de ¿qué me puede ofrecer la otra persona? y si no, Next.
Vivimos en una especie de comodidad que nos incomoda, nos atonta, que nos hace cada vez más débiles y negamos todo aquello que tiene que ver con el dolor y el esfuerzo. Sin embargo, todo lo que realmente vale la pena tiene un tránsito de dolor, tiene un tránsito de esfuerzo, porque si fuera fácil, cómodo y con resultados, todo el mundo lo estaría haciendo.
Sé como la oruga que se mete en el capullo, es doloroso, pasa mucho tiempo enclaustrada, todo su cuerpo se está moviendo en el dolor de la transformación, pero cuando rompa ese capullo y expanda sus alas va a ser una mariposa preciosa. No te quedes en la comodidad de la oruga, y sí, te puedes quedar toda la vida ahí si quieres, de hecho, esta sociedad está montada para que no salgas de la oruga, para que tengas una vida cómoda, entretenida y al final llegues a tu lecho de muerte y te arrepientas.
La mayoría de las personas que están ahí afuera haciendo cosas increíbles han pasado por un periodo doloroso. El dolor es lo que nos mueve a investigar, a probar nuevas variantes, querer descubrir nuevas maneras de vivir más allá de las que nos han implantado.
Lo que sucede en la era de Cristal en la que todos estamos imbuidos es que abunda el confort, pero reina la apatía. No nos duele tanto como para hacer cambios en nuestra vida, pero no estamos tan bien como para vivir plenos y felices.
Hay un limbo en el cual a la persona se le denomina zombie. Hombre sin alma. No vinimos aquí a una vida para estar huyendo constantemente de nosotros mismos. Tienes poder de decisión, tienes el poder de crear tu vida.
Y éste no es un discurso New Age de "Si quieres puedes", o "creer es crear", que sí, pero lógicamente tiene sus puntos a matizar.
Viniste aquí y tienes voluntad, puedes cambiar tu vida si te lo propones. Y sobre todo y lo más importante, si no haces nada tú por ti, no lo va a hacer nadie. Nadie va a venir a rescatarte. Llega un momento en que tienes que tomar la responsabilidad de tu vida, sí, es doloroso, sí, cuesta, pero ahí está el proceso de madurar.
Tenemos que aprender a exponernos al dolor, no a huir de él.
Todo aquello que te parezca muy incómodo, aquello que veas que hay una barrera entre tú y eso que quieres conseguir, ¡es por ahí! es exactamente lo que tienes que hacer, ya que el miedo te está indicando el camino.
Ya lo decía Carl Jung, “aquella cueva oscura a la que tanto miedo te da entrar, alberga el tesoro que tanto ansías“.
El miedo te está marcando hacia donde debes ir.
Pasa días enteros sin Internet, háblale a esa chica que te gusta, báñate con agua fría, entrena, exponte al dolor, conócete, exponte a la incertidumbre de la vida, ya que en la vida todo es incertidumbre. Observa la naturaleza, ¿Cómo viven los animales salvajes? No saben nada, no tienen idea de cómo van a conseguir comida mañana, sin embargo, tienen una entereza pocas veces vista en algún ser humano.
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