El mensaje antes de su salida a la Ciudad de México del Secretario de Estado Norteamericano, Rex Tillerson, para estar la noche del jueves y la mañana del viernes, en la capital del país, fue muy claro: los gobiernos ineficaces y corruptos han hecho mucho mal en América Latina; no hay que ser muy duchos para saber a quién se lo dirigió.
El Secretario de Estado, segundo hombre en la jerarquía del gobierno norteamericano no vino en un viaje de placer, vino a dar las líneas de su gobierno para las próximas elecciones en México.
Antes mandó llamar a Washington al Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, a quien le dijeron que el proyecto del candidato de su partido no tiene viabilidad. Pero Tillerson quiso confirmarlo en la misma sede de los poderes de México. Más claro ni el agua.
En Estados Unidos reconocen que la corrupción en el gobierno de Enrique Peña Nieto es el principal obstáculo para que el PRI continúe en el poder después de esa nueva oportunidad que tuvo ese partido a partir del 2012.
La administración de Donald Trump está convencida de que el precandidato del PRI, José Antonio Meade, con todas las credenciales de un ciudadano al que no se le puede acusar de corrupto, pueda garantizar que habrá un combate a la impunidad.
Con Meade los gringos consideran que habrá más de lo mismo, que será una tapadera de las corruptelas en el gobierno de Peña Nieto, pero además el Secretario de Estado Norteamericano llega en el momento en que el candidato del PRI no levante tras más de un mes de precampaña. Las encuestas son claras, está anclado en el tercer lugar de las preferencias electorales y será muy difícil que pase de ese nivel.
Que Tillerson haya dicho que estén atentos a una posible injerencia de los rusos en la elección de julio es mera distracción, tan no van a intervenir que por eso vino a México, a decir que no se olviden que geopolíticamente pertenecemos a la esfera estadounidense.
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Qué pena dan los dirigentes de los tres principales partidos en México, el PAN, Morena y el PRI cada vez que los convocan a debatir sobre las ofertas políticas de sus candidatos, ni Yeidckol Polevnsky, ni Damián Zepeda, ni Enrique “Clavillazo” Ochoa están preparados para la confrontación de ideas, que hasta ahora sólo expresan de chismes. No manejan datos duros, que en el caso de las administraciones que a sus precandidatos les ha tocado encabezar, revelan cual han sido sus debilidades y sus aciertos. Por ejemplo el señor Ochoa no sale del discurso de que López representa la opción venezolana y que su precandidato es el más preparado, ¿para qué? ¿para tapar las corruptelas de sus antecesores? O la señora Polevnsky quien sólo habla de supuestos sin dar datos concretos, o el joven Zepeda, quien dice que Anaya nos va a sacar del hoyo, sin dar a conocer los medios por los cuales podría hacerlo. Qué pena, con estos dirigentes partidistas, México está más que jodido, ¿no cree usted?
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