En el nombre del amor, se toleran tantas cosas, desde infidelidades, violencia que después se hace un crónico aguantar que tarde o temprano terminan por reventar vidas.
La mayoría de los feminicidios son cometidos por parejas de las víctimas, por personas cercanas a ellas, que después de suscitarse el delito, salen las historias previas al feminicidio donde se relatan episodios de violencia incluso desde el noviazgo, que se van acrecentando, pero nadie nunca hizo nada.
Es tan común escuchar parejas que aguantan, como si fuera una competencia de resistencia, que son conscientes que ya no hay amor, que ya no hay amistad, pero sí hijos, deudas, dependencia, bienes que no piensan dividir o perder, o ceder.
La opción es aguantar con la esperanza de que un día cambie, aunque solo cambien las formas y aumente la violencia.
Son muchos nombres de mujeres que han sido asesinadas por los hombres que un día juraron amarlas, respetarlas, o que decidieron compartir un instante de su vida con ellas.
Este año inicio con historias de mujeres que fuero asesinadas a manos de sus parejas, en el estado de México recientemente el caso de Norma que su pareja le arrebató la vida en un Hotel de Paseo Tollocan de Toluca.
Una mujer alegre, trabajadora, madre de tres hijos, familiares comentaron que sabían que sus pleitos eran intensos, pero no imaginaron que llegaran a tanto y es que en la adrenalina de una discusión pueden pasar muchas cosas y más cuando existen antecedentes de violencia.
Que tanto se debe aguantar en el nombre del amor, porque muchas mujeres han perdido hasta la vida.
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