Han empezado las campañas para la gubernatura y con ello la batalla por ganar adeptas/os. Los equipos de campaña preparan sus mejores piezas publicitarias para persuadir a las/os indecisas/os que, dicho sea de paso, son el gran reto, el adversario a vencer. En este tenor, en alguna reunión con ciudadanas/os escuché la expresión “hagamos campaña en nuestro metro cuadrado”. Quien lo dijo se refería a socializar dentro de su entorno más cercano la importancia de votar.
En este mundo sometido a un cambio acelerado, un mundo que de repente parece roto por la pandemia y en el que el patrón constante para hacer campañas es que no hay patrón, todo tiene que ver con innovación y disrupción, además la incertidumbre se observa día con día y la contienda se cierra en diversos aspectos.
Es común escuchar a politólogos y estrategas analizar aspectos tan importantes como la sociedad, la pobreza, la carestía, la inseguridad, la corrupción, etc. desde un punto de vista global. Es decir, su análisis es como un dron que sólo aprecia el conjunto de situaciones de forma lejana. Por extraño que parezca, las personas no viven en ese conjunto. Las personas, las/os electoras/es “están en su metro cuadrado” donde realizan la mayoría de sus actividades: su trabajo, su familia, sus amigos, su transporte, su escuela, etc.
Así las candidatas y sus estrategas necesitan ver más el entorno del metro cuadrado en el que se desarrolla la vida de los individuos. Por ejemplo, los estudios demográficos suelen reportar que las/os ciudadanas/os tienen una percepción negativa de la seguridad pública en un 93 %, pero si le preguntas cómo está su seguridad individual ese porcentaje es del 62 %, igual de preocupante, pero la/el ciudadana/o siente que la inseguridad de la sociedad es mayor que lo que vive como individuo.
Respecto al empleo el resultado es similar. El empleo como fenómeno social tiene una percepción negativa del 63%, en la pregunta individual disminuye al 40%. En cuanto a los servicios de salud para la sociedad se reporta una percepción negativa del 78% y en lo salud individual es de tan sólo 43%. En educación la percepción negativa es del 73% y en la educación individual es 26%, justo este último aspecto tiene que ver mucho con sus sueños y aspiraciones.
Las/os ciudadanas/os se alejaron de la política, porque ésta se alejó primero de ellas/os. La política dejó de tener significado positivo y, por el contrario, engendró ideas asociadas a la política como corrupción, soberbia, poco útil para la vida. Los datos muestran que la política para ciudadanas/os comunes está asociada a la corrupción para el 58%, al 81% les genera temor, el 49% se avergüenza de los políticos y sólo el 22% siente cercanía con la política. Estos datos deben obligarnos a observar la necesidad de personalizar la política.
Los cambios imparables en el mundo también se observan en la política y en la forma de comunicar qué hacen las/os políticas/os. Por ejemplo, se calcula que la caída en el volumen de medios impresos sobre este tema ronda el 50%, mientras el streaming con programas y videos ha aumentado considerablemente. Se han hecho cálculos de que una persona está conectada a redes sociales hasta 212 minutos al día, o sea casi 3 horas y media. Por cierto, el 50% de quienes ven un video en streaming al mismo tiempo están en redes sociales. A eso agreguemos que cada vez se utiliza más tanto el teletrabajo como las clases y conferencias en línea. En contraste de toda esta enorme actividad en Internet, los políticos suelen tener pocos seguidores. En Twitter, por ejemplo, sólo 1 de cada 10 políticas/os es de los tuiteros más seguidos, en comparación con artistas o deportistas.
¿Y por qué las/os políticas/os generan menos interés en redes sociales? ¿Porque mienten? ¿Porque montan espectáculos instantáneos en TikTok que no tienen que ver con los intereses de las/os ciudadanas/os comunes? ¿Porque construyen un personaje, a veces grotesco, que sonríe y actúa con falsedad? Es claro, las personas no quieren disfraces, quieren autenticidad, quieren ver a seres humanos simples. Presentarse en redes o en la propaganda de la campaña aparentando lo que no se es puede resultar contraproducente. No hay que poner a un/a candidata/o a acariciar gatos o perros, aunque tenga muchos, cuando los admiradores de estas mascotas de inmediato lo perciben como un comportamiento falso, o tampoco a hablar de terminar con la corrupción cuando pesan antecedentes de desempeño poco ético en la administración pública, aunque las/os estrategas digan que son temas de campaña.
Usted como buen/a ciudadano/a también puede formar parte de la campaña, sólo le recomiendo que, antes de pensar persuadir al Estado de México entero, haga campaña y convenza en su metro cuadrado, en su círculo personal, es decir, su familia, sus vecinos, sus amistades. En un segundo paso está su círculo profesional: conocidos, compañeros y socios. Siga delante con su círculo virtual aquí entran sus fans en redes, cómplices, seguidores. Y, por sorprendente que parezca habría otro círculo más, el metaverso que utiliza la inteligencia artificial y manda información a su público objetivo y persona a persona según sus intereses particulares. Sin duda, es tiempo de ir a lo simple, cada persona quiere vivir mejor en su lugar. A esa meta debemos contribuir en esta elección. Pongámonos en acción y hagamos entender a las/os políticas/os cuáles son nuestros intereses. Ellas/os tienen que entender y poner manos a la obra.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.