Poco más de 12 millones 671 mil mexiquenses podrán votar el próximo 4 de junio para elegir a la mujer que habrá de encabezar el Poder Ejecutivo estatal.
Qué gran reto para el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM); lograr una elección concurrida y vencer el abstencionismo.
Ante un panorama electoral polarizado, a todas luces por dos opciones a elegir, hay quienes aseveran que “no hay ni a cuál irle”.
Lo cierto es que sí hay a quien irle o, mejor dicho, a qué irle: a una democracia participativa en la que la voz de la mayoría imponga su agenda, no porque gane quien más votos pudo pagar sino por quien movió a más conciencias.
Todo parte de la reflexión y para ello hay que darnos un espacio en nuestra agitada agenda del día a día para, por lo menos, conocer las trayectorias, propuestas y equipos de ambas contendientes.
En total, los afiliados de los partidos participantes en coalición en esta elección no suman ni la mitad de la lista nominal.
Ahí está la clave.
Es la oportunidad para que los ciudadanos sin afiliación partidista puedan generar agenda política en su estado. ¿Cómo? Otorgando su confianza a alguna de las dos contendientes.
Es cierto, ambas emergen de un sistema con cada vez menos credibilidad y hasta repudiado, pero sería un error dejar de votar y con ello consolidar la partidocracia; esa que tanto daño nos hace desde hace décadas.
Una partidocracia que basa sus fuerzas en el uso clientelar de los recursos públicos; en la que los únicos que pierden son los pocos electores que la alimentan.
Por eso, afirmo, esta elección sí hay un enemigo a vencer y es a la apatía que deriva en el abstencionismo.