“Ser un ciudadano pleno significa participar, tanto en la dirección de la propia vida, como en tener conciencia de actuar en y para un mundo compartido con otros”
(Paul Barry Clarke).
Dentro del juego democrático el principal actor es la ciudadanía activa, es decir, hombres y mujeres que exigen derechos pero también asumen obligaciones y que, este domingo 4 de junio, acudirán a la cita para la batalla final en las urnas en donde habrán de elegir, de entre las dos primeras candidatas de la historia: Paulina Alejandra del Moral Vela y Delfina Gómez Álvarez, a la también primera gobernadora del Estado de México para el periodo 2023-2029.
Durante 59 días, del 3 de abril al 31 de mayo, las abanderadas de la coalición Va por el Estado de México (PAN-PRI-PRD y PNA) y de Morena-PT y PVEM, del Moral Vela y Gómez Álvarez, respectivamente, recorrieron el territorio estatal y participaron en dos debates para dar a conocer a los mexiquenses sus proyectos de gobierno. Uno, basado en la reconciliación, para unir y resolver, para construir un gobierno con rumbo; otro, enfocado en un cambio para transformar pero, sobre todo, para sacar a un régimen que ha gobernado a la entidad por casi 100 años, según los propios slogans de campaña de ambas candidatas.
A sabiendas que las encuestas son instrumentos propagandísticos que pueden favorecer a quien las paga y que la verdadera encuesta o la encuesta real es la del día de las elecciones, la mayoría de estos ejercicios señalaron como amplia ganadora a Delfina Gómez, pero también dieron cuenta de un porcentaje importante de población indecisa. La encuesta de El Financiero, publicada el 29 de mayo registró que la morenista captaba el 57 por ciento de la intención de voto, mientras que la priista sumaba el 43 por ciento de preferencias; la diferencia era de 14 puntos a favor de Delfina con un 13 por ciento de personas indecisas.
Por su parte, la encuestadora Massive Caller publicó una encuesta que daba 41.5 por ciento de intención de voto a Delfina Gómez y 35.4 por ciento a Alejandra del Moral, arrojando una diferencia de 6 puntos a favor de Delfina, con un 23.1 por ciento de población indecisa. Es decir, prácticamente un empate técnico, entre ambas candidatas, considerando el margen de error de más menos 5 por ciento.
La elección de la entidad con el padrón más grande del país y segunda más rica, a nivel nacional es de lo más relevante para marcar la ruta de la elección presidencial del próximo año, pero también para el futuro de 17 millones de mexiquenses para los próximos seis años. De ahí la importancia que la ciudadanía elija a la mejor opción, aquella que represente el mejor de los futuros posibles para la mayoría de las personas, lo que impone un importante reto porque ambas candidatas ofrecieron la mayor y más amplia variedad de propuestas. El punto es quién tiene las mayores posibilidades de hacerlas realidad, por trayectoria, preparación y resultados previos.
Sabiendo que el voto no se mueve por la razón sino por la emoción, tanto Alejandra como Delfina intentaron mover preferencias considerando esta premisa: esperanza por un lado, miedo por el otro; promesas contra amenazas, fundadas en construcción versus destrucción, reconciliación contra división. No obstante, frente a la emoción ojalá tenga algo de cabida la razón, porque ambas candidatas presentaron claros contrastes a favor y en contra sobre su preparación, capacidad y experiencia para gobernar. Más aún porque, fuera de la reputación partidista, quien gane tendrá la oportunidad de escribir su propia historia, o de editar la historia de alguien más. La decisión está en manos de la ciudadanía activa, la que se hará cargo de tener el gobierno que merece o que cree merecer.
@IrmaCruzE