Y ¿los abrazos?

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Publicado en Opinión

Y ¿los abrazos?

Domingo, 18 Junio 2023 06:59 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

No debería ser noticia que el presidente acepte que en su gobierno hay más homicidios que en anteriores gobiernos, pero lo es, ¿por qué? Es sencillo, porque el mandatario nunca reconoce nada de lo que ocurre en su administración que demuestre que la “supuesta” estrategia no le ha funcionado.

Culpar a gobiernos anteriores es una práctica que se repite constantemente, aunque a más de la mitad de su gobierno más bien demuestra que no existía ninguna estrategia en materia de seguridad, el nombramiento de Rosa Icela Rodríguez como Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana deja en evidencia que cuando son colocados en puestos clave a personas sin la mayor experiencia, el resultado no puede ser mejor.

Antes lo fue Alfonso Durazo, hoy flamante gobernador del estado de Sonora, quien, a su paso por el encargo; por cierto, uno de los más delicados y sentidos de la población mexicana; no transformó, cambió o mejoró nada, todo lo contrario, y con la nueva secretaria las cosas no podrían ir mejor.

Culpar a las anteriores administraciones es la manera más fácil de evadir la responsabilidad y las promesas, sobre todo, aquella que presumía que al día siguiente de asumido el cargo terminaría la violencia en el país, pero ¿cuál es la estrategia verdadera de López Obrador para combatir la galopante inseguridad que se vive en todo el territorio mexicano? Los grupos delincuenciales de manera exponencial han aumentado su dominio, control y superado a las fuerzas del orden.

Es inaceptable que el presidente López quiera seguir apoyando su ineficacia en la versión de que “otros” no hicieron nada, cuando es este gobierno el que no hace lo necesario, bueno, ni lo básico. A más de la mitad del camino de la administración sexenal, de hecho, a un año de entregar el encargo, el panorama no luce nada esperanzador.

Para el problema de la seguridad lo que menos ayuda es el manejo, a conveniencia, de las cifras que reportan las Fiscalías de Justicia de los diversos Estados, y que se aglutinan en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, porque terminan por dispersar cifras que no se apegan a la realidad y que, como consecuencia, evitan imponer estrategias acordes al propósito de enfocar la fuerza pública para contrarrestarla.

La estadística que reporta las muertes por homicidios dolosos es una de las formas en las que se mide el aumento de la violencia, los reportes corresponden al lugar, formas y costumbres con las que se cometen, con lo que se detectan y se marcan las zonas de mayor riesgo, es apenas una pequeña parte de lo que se establece en inteligencia para abordar correctamente el tema.

Sin embargo, el aumento de los homicidios violentos demuestra que “algo no está funcionando o se dejó de hacer”. La supuesta estrategia de “abrazos y no balazos”, seguramente nadie, dedicado a cualquier instancia en materia de seguridad, la ha podido entender, porque sencillamente no es parte de su materia. ¿A quién le corresponde adecuar programas destinados a evitar que más jóvenes se sumen al crimen organizado?, y, sobre todo, ¿cómo logran obtener una medición real que demuestre cuántos fueron los que se evitó caer en esa condición?

No existe forma, por el momento, de encontrar una fórmula con la que se pueda constatar que, como lo han repetido en muchas ocasiones tanto la secretaria Rosa Icela, como el mandatario López Obrador, que han logrado mejorar en varios rubros de acuerdo a sus datos, y que estamos en el camino de recobrar la tranquilidad. Todo es verborrea; el gobierno no permite la investigación de periodistas independientes, y los oficialistas imponen una cantidad impresionante de mentiras, con el fin de disfrazar la verdad.

Son las redes sociales el medio por el cual se dan a conocer acontecimientos que el gobierno esconde. Sin embargo, en el ciberespacio, por desgracia, existen los interesados en soltar información falsa, que en repetidas ocasiones han hecho caer incluso hasta a los medios más serios. ¿Qué hacer entonces? Lo lógico es dudar de la información y consultar otras fuentes serias.

Lo anterior, tampoco es nuevo, en el tiempo de Luis Echeverría (1970-1976) y después de José López Portillo (1976-1982), solo por mencionar dos periodos importantes, no por eso son los únicos; los medios de comunicación cercanos al gobierno hacían el vacío a la información real, y se escondía la crudeza de la realidad que se vivía entonces en el tema de la seguridad.

Solo que ahora es peor, el ciudadano mexicano, antes libe para viajar a cualquier parte al interior de la república, el día de hoy, en ninguna de las carreteras puede sentirse seguro para transitar, puede ser el transporte de carga, de pasaje o de cualquier otro, no importa, es lo mismo.

¿Se ha preguntado? ¿Por qué el tema de la inseguridad en México no es un escándalo, del tamaño que debería ser?

Es simple, porque todos los días existe un espacio en el que se niega la verdad, y ese espacio cuenta con una resonancia muy amplia. Lo delicado del asunto, es que la negación de la realidad no arregla las cosas, ni un centímetro, solo se oculta, y se impulsan sin escrúpulo alguno, otros temas para evitar hablar de éste que es el flagelo más sentido que sufre la sociedad mexicana.

Hablar de sucesión presidencial, es cruel para entidades enteras que han tenido que buscar la forma de emigrar y salir de sus domicilios dejando atrás todo su pasado, su patrimonio y en no pocas veces, a su familia; muchos de ellos, para buscar el sueño americano, parece que el lema de “primero los pobres” no les ha favorecido de ninguna forma.

La aceptación del presidente López que en su gobierno hay más homicidios que en otros gobiernos, no debería ser noticia, porque es evidente, y porque por más que busque distractores, la crudeza de las cifras le dan una bofetada a la que no reacciona, no cambia de parecer y en el peor de los desconsuelos, seguirá culpando a otros por su fracaso.

A casi un año de que termine su primer periodo, López Obrador, que al llegar al poder presumió que todo lo resolvería por el solo hecho de desearlo, se ha dado cuenta que gobernar, siempre sí tenía ciencia, no lo puede hacer cualquiera con la finalidad de lograr buenos resultados, lo que hemos visto es que sí, cualquiera puede llegar al poder, pero no necesariamente para gobernar bien.

Finalmente, es ridículo creer que el salario de un periodista puede ser más importante, que los muertos que hay en México.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio