Alfonso Navarrete y el sismo

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Alfonso Navarrete y el sismo

Lunes, 19 Febrero 2018 00:16 Escrito por 

Dos noticias fueron verdaderamente extraordinarias hace dos días que nos colapsaron: primero, por supuesto el temblor. La otra, el helicóptero del secretario de Gobernación.

Cuando oí que se había caído su helicóptero de una altura enorme y que allí habían sobrevivido todos, pensé que eso había sido una fortuna. La verdad es que se me borró de sopetón la tragedia de todos los sismos pasados, y me di a la tarea de escuchar sus declaraciones por los medios.

Me llamó soberanamente la atención, cuando lo oí hablar. Dijo: “Estamos bien el gobernador de Oaxaca y yo. Murió gente. Y del temblor al que vine a inspeccionar…” y allí se dedicó a dar toda la información del sismo.

Con temple, con gran inteligencia, con valor y con una entereza que pocas veces he visto en alguien que se acaba de volcar en un helicóptero, que por angas o por mangas se colapsó y en el que desafortunadamente murieron ya 14 personas, habló él. Ese es el hombre que está en este momento dirigiendo la política interna de nuestro país, además de la seguridad nacional.

Conocí a Alfonso Navarrete Prida, en mi estado, el de México. Aquí había llegado para ser el procurador. Desde mucho antes, había sido el particular de mi gran amigo Jorge Carpizo, alumno de mi suegro el Ministro Canudas Orezza y enorme abogado también. Desde entonces lo he seguido y lo quiero mucho.

Diputado, secretario del Trabajo federal, y ahora secretario de Gobernación, es el encargado de ver todos los hilos conductores de todo lo que pasa en la nación mexicana. Hombre que no necesita más que de su enorme, inteligente, preparado, y digno equipo de trabajo que le ha acompañado por años. Él al frente es más que obedecido y cuidado. Allí mismo está otro gran abogado: Víctor Torres, regio y vertical.

El problema de estos todos, equipo singular de Navarrete Prida, es que además de conocerse de cabo a rabo lo que pasa en nuestro país, saben a dónde dirigir las miradas, orientar los caminos, entender los horizontes y de nuevo: no tenerle miedo a quien pretenda hacerle el menor daño a este país que se llama México.

Alfonso Navarrete no es un hombre con el que se pueda jugar: ni a hacer política, ni a establecer las adecuaciones para crear nuevas políticas públicas, para crear mecanismo para llevar adelante nuevas estrategias de seguridad nacional. Celebro que esté vivo. Celebro que con él no se pueda jugar.

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Gilda Montaño

Con singular alegría