Amigas, amigos y niños no tienen medicinas para combatir el cáncer. No cuentan con tratamientos de quimioterapia o de radioterapia porque no hay lo necesario para atenderlos en los hospitales públicos. Los equipos de tomografía y de resonancia magnética están descompuestos, como es sabido los elevadores para mover a los pacientes de piso a piso descompuestos, el personal sanitario en paros frecuentes, no sin razón: esa es la realidad actual del Sistema Público de Salud.
En el ISSSTE una maestra jubilada que tiene cáncer espera hace dos meses por su tratamiento de radioterapia. No se lo han dado y el tiempo corre. Éste es sólo un caso de muchos otros que no pueden recibir su tratamiento para combatir el cáncer. Niños con este mal han muerto por falta de los tratamientos idóneos, diabéticos que no son dializados con riesgo de su vida. Muchos murieron sin vacunas. Como reza la canción, para los responsables de la salud pública del país: “la vida no vale nada”.
La desaparición del Seguro Popular, durante este sexenio, para quienes no disponen de otro servicio, les asestó un golpe del que no se han recuperado las clases más vulnerables de las que dice ocuparse el Presidente López Obrador. Ahora están a la deriva.
El presupuesto ha sido un factor determinante en este estado de cosas. No se les ha asignado lo necesario a las instituciones de salud ni en sueldos dignos para el personal médico y el resto, y menos para la adquisición o reparación de aparatos necesarios, así como instrumental, uniformes y para los medicamentos que debieran atender a una población afiliada a la seguridad social que suma 88 millones 818 mil 037 mexicanos.
El IMSS cuenta con 47 millones 245 mil 909 derechohabientes, el IMSS Bienestar 958 mil 784 personas, los ISSSTEs estatales, más PEMEX, la SEDENA, la MARINA, el INSABI suman 36 millones 035 mil 141 beneficiarios; para ellos no hay solución. El personal de salud en México es capaz, muy capaz, pero insuficiente para el número de clínicas, hospitales, pacientes y medicamentos; es un universo sin soluciones.
Esta inimaginable situación requiere de soluciones mayúsculas, no de curitas presupuestales ni de inexpertos en el tema. Es urgente una reingeniería en su organización, administración y mecanismos alternos que la 4T no atiende y no emprenden nada en su rediseño y operación. Mis amigas, mis amigos y niños dependientes de estas instituciones no tienen ninguna esperanza.
