La construcción del ferrocarril y la invención del motor a vapor fueron iconos de la primera revolución industrial, a mediados del siglo XVIII; la generación y popularización de la energía eléctrica y la producción en masa, detonaron la segunda revolución al final del siglo XIX; en 1960 dio inicio la tercera revolución industrial con la creación del ordenador, la irrupción de la computación y el procesamiento de datos. La humanidad despidió el siglo XX con un teléfono inteligente en una mano y una computadora portátil en la otra.
A partir del año 2012, aproximadamente, el mundo metió el acelerador hacia una Cuarta Revolución Industrial, consistente en el crecimiento exponencial del mundo digital, con sistemas inteligentes e hiperconectados, la robótica, el internet de las cosas, la inteligencia artificial y la computación cuántica, entre otras innovaciones tecnológicas. Una revolución que está transformando vertiginosamente a la humanidad en todos los aspectos de la vida, potenciando el acceso al conocimiento de formas inimaginables y haciendo más sencillos y rápidos todos los servicios y procesos que motivan y dan sentido a la vida humana.
¿Cuáles son esos servicios y procesos que dan sentido a la vida? Según la teoría del psicólogo estadounidense Abraham Maslow, fundador de la psicología humanista, son cinco las prioridades de la vida humana y tienen una secuencia que se describe como una pirámide, en la cual se jerarquizan las necesidades humanas, teniendo como base de dicha pirámide las necesidades fisiológicas, entre las que se destacan: respiración, alimentación, descanso, sexo (aquellas relacionadas con el metabolismo y la homeostasis); el segundo nivel de la pirámide lo ocupan las necesidades de seguridad, tales como la seguridad física, la protección, el resguardo, seguridad económica, de salud, de empleo y la propiedad privada; el tercer nivel se relaciona con las necesidades de filiación, es decir el afecto, la amistad, el amor y la intimidad; el cuarto y quinto nivel lo ocupan las necesidades de reconocimiento (éxito, confianza, respeto) y necesidades de autorrealización (moralidad, creatividad, paz, aceptación), respectivamente.
Los ciudadanos –según el nivel de desarrollo tecnológico de su localidad, la gobernanza institucional y su capacidad de acceso a la tecnología– están dando cobertura a todas estas necesidades humanas a través del uso de dispositivos electrónicos, plataformas, aplicativos y redes socio digitales. La sistematización, automatización y algoritmia de múltiples bases de datos, sumados a la inteligencia artificial y la interoperabilidad de información entre diferentes entes comerciales, financieros y de comunicaciones globales facilita y aproxima a las personas un sinnúmero de servicios y oportunidades que hacen más eficaz y eficiente su actividad diaria; asimismo, este conjunto tecnológico le facilita la gestión y trámites de todo tipo.
Por ejemplo, con tres clics, se puede tener acceso inmediato a la alimentación, al descanso, la salud y al sexo a traves de un teléfono celular y una cuenta bancaria. Se puede comprar y vender cualquier cosa y acceder a cualquier servicio de mantenimiento, asesoría y gestión en ingeniería, leyes, administración y finanzas. Sin embargo, cuando nos referimos a los servicios gubernamentales nos tenemos que regresar 20 años en el tiempo –a veces un poco más–, ya que muy pocas dependencias gubernamentales se encuentran en igualdad de circunstancias que las organizaciones y empresas privadas a la hora de prestar sus servicios.
El atraso tecnológico, la ineficacia logística y organizacional de las instituciones públicas, principalmente en el nivel municipal y estatal, son aspectos que determinan, después de la corrupción y la descortesía de funcionarios de primer contacto, la falta de confianza y empatía entre ciudadanos y gobierno. ¿Cómo superar ese atraso tecnológico y modificar las estructuras anquilosadas, rígidas y amafiadas de la administración pública? Este flagelo que ha infectado al servicio público durante décadas sólo puede ser abatido con cuatro elementos imprescindibles: 1. Voluntad política y ética pública; 2. Aplicación de la LEY (en mayúsculas); 3. Reingeniería de procesos y mejora regulatoria; 4. Recursos económicos suficientes. Si está ausente un solo elemento, el fracaso es inminente.
¿Es posible en México? Si, claro que sí. Sólo necesitamos que los servidores públicos comprendan que el contribuyente/Ciudadano es para el Estado lo que el Cliente/Usuario para la empresa o industria. Se debe a él y trabaja para él. En tal sentido sumar esfuerzos, tecnologías, transparencia, apertura, voluntad, liderazgo, honestidad y los cuatro aspectos ya citados. En síntesis, revertir 20 años de atraso. Recuerde que el espacio más seguro es el que construimos todos juntos. Esto también es protección civil. ¡Que su semana sea de éxito!
Hugo Antonio Espinosa
Fue Director del Heroico Cuerpo de Bomberos de Toluca,
Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.
Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX
