En este país en el que vivimos próximamente se discutirá la deuda pública más alta de los últimos 30 años y el déficit fiscal más elevado desde 1991, con el agravante del alto costo financiero que en estos momentos representa contraer deuda, que además tendremos que pagar todos los mexicanos con nuestros impuestos. Así pues, el actual gobierno heredará al próximo una situación de finanzas públicas muy endebles. En palabras más sencillas, el gobierno estará gastando más de lo que recibe y cada uno de nosotros tendremos una deuda de $126,785.00 pesos al finalizar 2024, 18% más que la deuda per cápita en 2022 que, según el periódico “El Economista”, ascendía a $107,145.00 pesos.
Por si esto fuera poco, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública (ENVIPE 2023) registró que, durante 2022, el 27.4% de los hogares en México, tuvo al menos una o uno de sus integrantes como víctima de algún delito. Si más de la cuarta parte de los hogares mexicanos han sufrido inseguridad, se antoja que lograr una buena votación requerirá llevar a su máxima expresión el uso de los programas clientelares en 2024. Tengamos presente que no sólo enfrentarán las consecuencias de sus constantes fracasos, la falta de carisma de Claudia los obligará a comprar más votos a mayor precio y la oposición les pisará los talones gracias al carisma, liderazgo y empatía de Xóchitl, elementos fundamentales para hacer una buena campaña.
Revisemos un poco el escenario local. El 15 de septiembre concluye el periodo del Gobernador Alfredo Del Mazo. La gestión delmacista marca el fin de una historia política de 94 años de hegemonía del PRI encabezada por la histórica dinastía que registra desde Filiberto Gómez como gobernador de 1929 a 1933, por el Partido Nacional Revolucionario, pasando por Alfredo Del Mazo Vélez que asumió la gubernatura en 1945 a 1951 por el partido de la Revolución Mexicana, y a Salvador Sánchez Colín quien gobernó de 1951 a 1957 ya con las siglas del PRI. Según lo establecido en la Constitución, hoy 14 de septiembre la Gobernadora Delfina Gómez rendirá protesta ante la Legislatura local con la presencia del presidente de la República hecho que también es histórico dado que sólo López Portillo, en 1980, había estado en el recinto del Poder Legislativo mexiquense.
Además de desearle todo el éxito que anhelan los mexiquenses, esperamos que los cambios propuestos también marquen una nueva era política basada en la construcción de acuerdos entre los sectores del estado y el diálogo con las fuerzas políticas. Desde hace unos días hemos sido testigos de los primeros cambios en la legislación para adecuar la estructura administrativa al proyecto del nuevo gobierno. También esperamos que exista la flexibilidad en incorporar otro tipo de cambios cuando sean necesarios.
Por su parte, el PRI aprenderá a ser oposición en el Estado. Ya lo era en varios municipios y en la Legislatura, ahora empieza la experiencia fuera del Poder Ejecutivo. Se especula sobre un cambio de dirigencia estatal en este partido y cabe preguntar ¿quién da la línea ahora, si ahora no tienen Gobernador? Por su parte, el PAN que ha sabido ser oposición y constructor de acuerdos como oposición deberá demostrar su vocación de ser gobierno y ubicar a sus mejores mujeres y hombres rumbo a la renovación de ayuntamientos y de la propia Legislatura.
Morena y su gobierno pueden sentir la tentación de constituirse como el nuevo partido hegemónico. La tentación autoritaria estará presente, sin duda, porque tienen el ejemplo nacional. Es evidente que a los gobiernos de Morena no les gustan los contrapesos, ni la transparencia ni la rendición de cuentas, aunque en el discurso manifiesten otra cosa. El gobierno morenista que inicia su responsabilidad deberá entender la modernidad del tiempo que vivimos. Primero, deberá ser flexible para respetar y evitar capturar formas diversas de participación y competencia política, no sólo partidista sino de organizaciones civiles. Segundo, mantener estabilidad en las políticas públicas de su gobierno, que den certeza y confianza a los actores económicos, políticos y sociales, frenando políticas radicales que no siempre son bien recibidas. Tercero, no caer en la tentación de ejercer poderes metaconstitucionales, característicos del pasado autoritario y que se utilizaban para premiar o castigar a los cuadros políticos, eran el medio para desarrollar o limitar carreras políticas largas y exitosas. Cuarto, deberá eliminar el manejo clientelar y fraudulento de las elecciones para institucionalizar el manejo de programas y presupuestos gubernamentales.
Finalmente, repasemos qué nos toca a los ciudadanos. Coincido con Robert Dahl respecto a que tenemos como tarea impulsar la democracia con un orden liberal. Es nuestra obligación exigir al nuevo gobierno respeto a la legalidad que se concrete en cinco aspectos fundamentales: a) mantener la posibilidad real de alternancia en el poder, con elecciones limpias y periódicas, nadie puede caer en la tentación de intervenir facciosamente para favorecer a su partido; b) respetar la libre manifestación pública tanto en asuntos electorales como en asuntos de política gubernamental, la gobernanza como modelo de gobierno, escuchar y ver a todos, empezando por los diferentes; c) defender libertad de los medios de comunicación y permitir que los opositores tengan acceso a ellos, no atacar ni agredir a los que asuman una posición crítica frente al quehacer gubernamental y proteger a periodistas; d) respetar, sin escusas, las libertades civiles y e) fortalecer la permanencia y actualización de los mecanismos que obliguen a las autoridades a rendir cuentas, con evidencias y de manera transparente. La tarea es enorme y nos toca a todas y a todos.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.