Si se pudiera representar el significado de la palabra "cínico" en una persona, sin duda alguna, se vienen a la mente varias que podrían ser tomadas en consideración para tal honor. Una de ellas, desde luego, es el exsubsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, llamado por muchos "Doctor Muerte", como resultado de su deplorable desempeño al frente de la pandemia que llegó a México el 27 de febrero del 2020, cuando se detectó el primer caso.
De entre las cifras de organismos gubernamentales, de los encargados de la Secretaría de Salud y de investigadores independientes, respecto de las muertes causadas por el coronavirus en el país, se manejan varias cantidades; entre ellas, de las más serias, se hablan de entre 800 mil a un millón de mexicanos que perdieron la vida.
Por el momento, es difícil dar por cierta una cantidad que pueda presumirse como oficial y verdadera. Uno de los grandes problemas para hacerlo es que la administración lopezobradorista no se distingue por ofrecer transparencia en la información. No es lo suyo, y bloquear al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) para que pueda funcionar como se debe, lo deja más que claro.
Como sea, el encargado de manejar la política a seguir para la atención de la pandemia fue el impresentable doctor Hugo López-Gatell, pieza emblemática del comportamiento que padecen muchos funcionarios de la administración federal, con aires de grandeza y Rock Star. El susodicho, antes de atender con seriedad y profesionalismo el tan delicado tema, se dedicó a hacer política.
Una de sus célebres frases podría exhibirlo de cuerpo entero, al llamar al presidente Andrés López Obrador, quien se ha distinguido por premiar a quienes se someten a sus pies y que materialmente le limpian los zapatos para enarbolarlos como profesionistas casi perfectos, como fue la de: "la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio".
Ante el desastroso desempeño del doctor, él sigue pensando que, al quedar bien con su patrón, es como va a obtener una recompensa justa a su empalagosa dedicación y casi adoración al tabasqueño. Muchas fueron las señales que dio para evidenciar que lo suyo era eso, adular al poderoso que lo encumbró en una posición que jamás imaginó y que ahora, al sentir las mieles del poder, no quiere soltar.
Esa lambisconería lo envió a imaginarse que puede ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. ¿Por qué no? Si para él todo funcionó a la perfección en su encargo. Al referirse a quienes lo cuestionan o han llegado a insultarlo, asegura que son los menos, sin detenerse un segundo a reflexionar que por su arrogancia evitó que muchas personas pudieran haberse salvado con tan solo haber recomendado usar el cubrebocas.
Pero la protección exclusiva a la terquedad del presidente y su "ofrecimiento" hasta la vergüenza lograron crear a un verdadero "monstruo" que superó por mucho a los encargados de la atención del COVID en diferentes países. México fue el primer lugar en muertes de empleados de Salud y uno de los peores en el desempeño en general, tanto que hasta la OMS lo puso como ejemplo de lo que no se debe hacer.
López-Gatell se distinguió por hablar florido y enfrentar a cuantos personajes se opusieran a su versión, aunque también demostró intolerancia al responder hasta con aires de superioridad y hartazgo. "Lo vuelvo a decir otra vez...", como diciendo, son unos tontitos y tengo que repetirles para que entiendan los alcances de mi amplia sabiduría.
En una entrevista que ofreció a José Cárdenas, el impresentable doctor asumió que efectivamente, están los que no lo quieren, pero se atreve a decir que la gran mayoría sí lo apoya. Existen los que no y dice respetar, y que por uno que está en contra, existen 500 a su favor, lo que se puede notar en la calle. ¿Cómo sacó sus alegres cuentas?
Por otro lado, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, López-Gatell habló por primera vez que de entre las cifras que se manejan de los muertos por la letal enfermedad, considera que fueron 780 mil, pero él se siente con la conciencia tranquila, no vaya a ser.
La verdad es que el doctor López-Gatell mantiene su supervivencia "política" por estar arropado por el presidente, quien le ha regalado horas en los medios para que esto sea posible. El personaje, por sí mismo, es más que patético, habla como orador intolerable, pero se desempeña como pez en las cuestiones serias de la salud pública.
Todo llega en el momento que debe llegar, y López-Gatell algún día encontrará la respuesta que merece su soberbia, su indiferencia y, sobre todo, su indolencia ante el crimen que cometió con su desempeño al cargo que tuvo por instrucciones del presidente López Obrador, quien no se cansó de presumir su "profesionalismo" para enfrentar una pandemia de la dificultad del COVID-19.
Es tiempo de sentirse protegido al grado de creer que puede lograr alcanzar la jefatura soñada de la Ciudad de México y, con ella, levantar vuelo en su carrera política y, sobre todo, impunidad.