Los personajes centrales de esta mini serie son una abogada retirada, Kveta Kalendová, y Kamil, su nieto de 27 años, un oficial de la policía que investiga crímenes. Kamil es atormentado por una racha de mala suerte y él está a punto de ser despedido de las filas policiales. Pero cada vez, es su abuela Kveta quien le ayuda a localizar a los delincuentes y así mantener su trabajo… ¡Hasta el comienzo del siguiente episodio!
En cada episodio de Los misterios de Kveta (concebida por el director como pequeños largometrajes), la abuela Kalendová es una actriz aficionada y por lo tanto tiene acceso a todo tipo de disfraces, que utiliza para pasar desapercibida en el entorno donde el delito en investigación fue perpetrado. La abuela Kveta es una especie de detective improvisada, como Miss Marple, la solterona investigadora que inventó Ágatha Christie, excepto que tiene un nieto que es su adoración (como sienten todos los abuelos) pero nunca se sabe nada del hijo o hija de Kveta.
En Los Misterios de Kveta cada uno de los episodios no sólo tiene un estilo completamente diferente de narración dentro del género policíaco, sino
también otra estructura, lo que significa que en algunos episodios en el comienzo de la historia vamos a averiguar quién cometió el crimen, y nos divertiremos viendo el ingenioso trabajo de los investigadores. Otras veces, los autores se revelan al final de la historia, y de esta manera los televidentes pueden ver elementos de comedia, crimen, thriller psicológico y suspenso.
El cambiante centro de las intrigas es siempre el joven nieto Kamil, el policía, quien pasa por una racha de mala suerte y está a punto de ser despedido pero siempre es restituido, gracias a las deducciones y maniobras de la abuela para resolver los “misterios “. En realidad, la miniserie es muy divertida, con toques de humor ingenioso.
Ah, olvidaba decirles que la abuela Kveta conduce una gran camioneta nuevecita, en donde escucha ópera a todo volumen y que es la envidia de su nieto Kamil, que tiene un carrito viejo que ni siquiera le proporciona la policía.
La Señora Fletcher (Reportera del crimen)
Precursora en la televisión, la Señora Fletcher fue una de las primeras mujeres que se abrió camino en el mundo de lo masculino de los detectives. Después de Columbo y otros investigadores clásicos de la televisión de los 60 y 70, fue el turno en los 80 de Jessica Fletcher: una profesora de inglés que se convierte en escritora de novelas de misterios, como una especie de Ágatha Christie mezclada con su personaje Miss Marple, no solterona pero sí viuda, lo que la deja liberada para inventar novelas de misterio e investigar crímenes que se le cruzan en el camino y luego le sirven para sus tramas (le hubiera encantado el título de la autora mexicana “Dios mío, házme viuda”, para una de sus novelas de misterio).
Su personalidad amable, su aspecto de mujer madura, elegante, educada y una mirada perspicaz de la escena del crimen eran sus mayores herramientas. Siempre salvaba a los inocentes y dejaba en evidencia a los policías del lugar, otro elemento típico de la novela detectivesca clásica.
La Señora Fletcher jamás manejó un auto: andaba en bicicleta o para largas distancias usaba taxis.
Lisbeth Salander (Millennium)
Si hablamos de mujeres en la novela policíaca no podemos obviar a la protagonista de la trilogía Millennium del sueco Stieg Larsson. Lisbeth Salander es un personaje de ruptura en el género, todo lo contrario de las simpáticas viejitas detectives. No sólo por su doble acción como investigadora y asesina vengadora, sino también por su estética. Es una joven gótica, adicta al tabaco y al alcohol. Tiene 24 años, es bisexual y su cuerpo tatuado y lleno de piercings genera el rechazo de una sociedad –la sueca– que se jacta de su apertura socialdemócrata, pero que la discrimina y estigmatiza.
Lisbeth es hacker y tiene el don de una memoria fotográfica extraordinaria. Con esas herramientas brinda servicios a una agencia de seguridad privada, desde donde comienza su aventura como investigadora. Víctima de violaciones reiteradas por un tutor designado por el Estado, Lisbeth buscará venganza y se volverá un símbolo de la mujer liberada.
Anda en moto a toda velocidad.
Bones
Bones es una de las pocas series policíacas que tiene en el elenco estelar mujeres que, además, ocupan espacios de poder. La doctora Temperance Brennan, antropóloga forense, es la jefa de un equipo especial de un instituto dedicado a investigar forénsicamente huesos de cadáveres. Alternan el compañerismo con los juegos de poder, que reflejan una sociedad muy problemática.
Racionalista al extremo, Brennan parece un bicho de laboratorio y se aleja del estereotipo femenino: le fascinan más los huesos que los hombres. Pero entra en escena su compañero, el agente especial del FBI Seeley Booth, un estereotipo de héroe yanqui (ex soldado, incorruptible, un poco temperamental y mujeriego). La relación es irónica, difícil y con mucha tensión sexual, que culmina siempre en desencuentro hasta que él se convierte en su marido y el padre de sus hijos.
Lo que la destaca a Brennan, más allá del clisé, es su papel dentro del género policíaco: su poder de deducción y observación la asemejan a los viejos detectives de la literatura de enigma con el foco puesto en la antropología forense.
Tanto ella como su compañero manejan unas enormes camionetas...
Y, ¿no hay mujeres inspectoras? Sí, vea el próximo capítulo...