La frivolidad de los morenistas ante la violencia

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La frivolidad de los morenistas ante la violencia

Miércoles, 31 Enero 2024 00:13 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

El problema de la inseguridad pública se ha convertido en el más importante de los que enfrenta el país. Sin seguridad, todo lo demás pasa a segundo término; no hay día en el que no se dé cuenta de enfrentamientos, agresiones, asesinatos, cobros de derecho de piso, extorsiones, secuestros, de entre otros en los que interviene el crimen organizado; cada vez más sangriento, cada vez más cruel.

Grandes zonas del territorio nacional se encuentran en poder de esos grupos, lo que ha obligado a su población, a querer o no, abandonar sus residencias, para intentar poner a salvo a su familia y lo poco que pueden rescatar, pues la violencia es incansable y materialmente los deja en los huesos.

Mientras otra parte de la sociedad ve, aparentemente de lejos, todo aquello que se reporta a través de los medios alternativos de información, porque los medios tradicionales, en su mayoría, se encuentran cooptados, azuzados o amenazados, y los primeros son acusados, bajo el pretexto de que mienten porque quieren afectar la imagen presidencial, para restarles credibilidad.

Todo, sin embargo, es cosecha de la desinformación que se viene sembrando desde palacio nacional, no es nuevo, desafortunadamente; quien dirige el destino de la nación ha impulsado insistentemente la percepción de que los medios están al servicio de sus enemigos.

Se engaña quien se quiere engañar, pero la verdad es que las noticias de los hechos se ocultan tras la amenaza del presidente Andrés López Obrador en contra de reporteros, periodistas, comunicadores y dueños de los medios; la indicación es clara y sencilla, no escribir o decir nada que evidencie el fracaso que representa la nula estrategia en contra de la inseguridad.

El periodista Jorge Ramos regresó a las mañaneras del presidente, para, una vez más, confrontar los “otros datos” con la realidad; a pesar del esfuerzo de López Obrador para manejar sus estadísticas de forma en la que se adapten a sus argumentos, la verdad le pone cara y obliga al mandatario a revelar sus intenciones más obscuras.

Los comicios del 2021 dejaron al descubierto la influencia, poder y dominio del territorio que los grupos delincuenciales tienen, sin olvidar que en una de sus apariciones, López reconoció que se “habían portado bien”, ¿a qué se refería? Para muchos, se trata de un acuerdo que tienen con su gobierno, pero eso no se puede comprobar, todo cae en el terreno de la especulación, aunque ésta se presente con una gran cantidad de evidencias y declaraciones convertidas en confesiones.

Son 166 mil muertes violentas las que se contabilizan en este sexenio, prueba suficiente para constatar que existe un alto grado de descomposición por ausencia o por complicidad de los cuerpos encargados de la seguridad pública, incluyendo al propio ejército mexicano, que, para términos prácticos, no ha sido de ninguna forma la solución.

Por otro lado, el espacio tóxico mañanero pone en riesgo a todo aquel que no obedece al mandatario, a los comunicadores, a los propios medios de información, peor aún, ahora que los datos personales de éstos han sido sustraídos de quien debería garantizar su resguardo.

En situaciones como éstas, se extraña la intervención decidida y puntual del organismo encargado de vigilar y proteger los Derechos Humanos, que, desafortunadamente, hoy brilla por su ausencia, al encontrarse en manos de una porrista de López Obrador, reduciendo por completo la posibilidad de su intervención.

Ante la postura del titular del ejecutivo, que ha sido constante, al negar la existencia de la violencia que se vive a diario en el territorio nacional, son los gobiernos morenistas, estatales o municipales que se presentan con más descaro a la hora de responder; el problema no lo hacen suyo, pero tampoco quieren aceptarlo, principalmente porque el presidente absorbe toda la atención y, cómodamente, éstos “nadan de muertito”, ¿para qué preocuparse? Únicamente se aprenden las frases que repite su líder y con eso consideran que basta y sobra.

Y mientras los morenistas piden ver las condiciones en las que se encuentran estados como el de Guanajuato, en donde gobierna el PAN, sin señalar desde luego el escaso apoyo por parte del ejército, lo exhiben como si se tratase de un fracaso exclusivo en éste delicado tema.

Pero ¿qué dicen de Michoacán, Guerrero, Veracruz, Zacatecas, entre muchos otros, en los que la delincuencia ha impuesto su ley? Recientemente, por cierto, se veía a Cuitláhuac García Jiménez, gobernador de Veracruz, envalentonado presumir ante el hallazgo de 15 cuerpos en dos vehículos abandonados en Tuxpan, que no habría impunidad por tales acciones, cuando le faltan escasos meses para dejar el cargo, que, en términos generales, pinta para ser el fracaso anunciado de otro gobernante soberbio más.

La frivolidad de los morenistas causa pavor, adivinando que no harán nada para recuperar la paz y tranquilidad que se descubren únicamente como una fantasía para los mexicanos, lo que es una verdadera tragedia, ya que se presenta cada vez con más fuerza, conforme se acercan las elecciones en las que habrá de elegirse a la nueva presidente de México. López Obrador y Morena no quieren arriesgarse a perder y menos, a padecer un conflicto que sería de dimensiones inimaginables.

La intensidad de las agresiones verbales por parte del tabasqueño van en aumento y no cesarán, serán cada vez más demenciales y frontales, es, la supervivencia de éste y los suyos, no cederán ni un centímetro sin amedrentar, agredir o arrebatar.

Serán entonces tiempos violentos. En el 2021 ante los asesinatos de prominentes políticos lo único que el presidente dijo es que se trataba de época de elecciones; como si con eso la sociedad tuviera que conformarse y aceptar, a pies juntillas, que no hay de otra, normalizando los lamentables acontecimientos.

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Alfredo Albíter González

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