Profesor T. Una serie policíaca belga en torno a un brillante docente experto criminólogo con un perfil asocial.
La Inspectora Christine Flamant y el excéntrico Profesor Jasper Teerlinck fueron jóvenes enamorados pero en algún momento ella lo traicionó y el Profesor T. no puede olvidarlo ni perdonarlo. Sin embargo, sus amplios conocimientos en criminología llevan al extraño profesor Jasper Teerlinck de un aula de la universidad a apoyar a la policía en los más complicados y variados crímenes, donde vuelve a encontrarse con Christina, ahora flamante Inspectora de la Policía Federal.
Los acerca el hecho de que su antigua alumna Annelies Donckers lo visita en la facultad. Donckers es ahora detective de la Policía Federal y necesita su ayuda y conocimiento para atrapar a un escurridizo criminal.
"Profesor T." es una una serie belga que sigue la tendencia de ficciones que muestran personajes más o menos excéntricos que ponen su experiencia al servicio de la resolución de crímenes. Se trata casi de una rareza de producción, con ingeniosos y sorpresivos giros.
Su principal protagonista es un curioso personaje, Jasper Teerlinck, también conocido como “el Profesor T.”, un asombrosamente inteligente docente universitario de criminología psicológica. Dadas sus características, una ex alumna (Annelies) que ha emprendido la carrera policial lo invita a colaborar en la investigación de crímenes que no han logrado resolver en la unidad de la Policía Federal que comanda su ex novia Christina.
Su impecable capacidad de análisis lo guía hacia la solución, lo que desconcierta a las autoridades policiales, divididas entre buscar su cooperación y rechazarlo por su forma de ser, por momento cínica y en otros torpe socialmente. En efecto, pese a sus profundos conocimientos, el Profesor T es también sin duda un sujeto peculiar, una suerte de bicho raro: expresa su pensamiento sin filtro alguno y sin reparar en el daño que pueden causar sus palabras; lo afecta una fobia obsesiva por los gérmenes, lo que lo lleva a evitar todo contacto físico, a limpiar cada objeto utilizado por otra persona y a protegerse usando guantes quirúrgicos. Es, por cierto, un asocial que se recluye en su hogar, donde los muebles están cubiertos con sábanas, y allí escucha viejas canciones italianas que alucina con él o sus allegados como protagonistas.
En el desarrollo de la trama de cada entrega, aparece sin embargo el costado humano de todo el grupo de personajes, con geniales toques de humor: Annelies, quien llega tarde al trabajo por cuidar a su papá enfermo de Alzheimer, el temeroso rector de la universidad, pero no tan miedoso con la madre de Jasper, de quien probablemente ha sido amante, el jefe policial que cae en el alcohol desde la muerte de su hija y no encuentra motivaciones para seguir con su vida… y revela de a poco algo de sí también Jasper: vive solo, pero hay un retrato de una mujer al que mira cada tanto, tiene una viva fantasía y sentido del humor.
Y precisamente las chispas de humor se alternan al clima de intriga en cada capítulo, aflojando por momento la tensión de la historia y lo insoportable que llega a ser el protagonista. “Yo no soy Poirot, no resuelvo crímenes, los estudio”, afirma fríamente. Pero gracias a su estudio ayuda a resolverlos. La serie cumple con el cometido de entretener sin olvidarse de ayudar a reflexionar.
Ah, se me olvidaba decirles, el Profesor T. no maneja autos, ni anda en moto ni usa bicicleta. Es más, tiene pánico a subirse a un camión, tren o avión ni nada que sea colectivo. Soporta viajar en carros que manejan otros o en taxis, la salvación de las y los detectives excéntricos que sólo toleran convivir felizmente con una máquina: su propio cerebro.