En la última semana las declaraciones de Germán Martínez Cázares sobre la posible llegada del exgobernador Alfredo Del Mazo Maza al Senado por lista plurinominal -¡de Morena!- generó incredulidad, molestia y desconcierto.
Al término de su gestión, se dijo que al igual que otros priistas, recibiría una embajada en algún país europeo por haber “entregado” el Estado de México a la 4T, o específicamente al presidente Andrés Manuel López Obrador. Eso no pasó, no tiene embajada. Ahora el panista deslizó que será senador, y hay quienes no descartan la posibilidad de que podría ser integrante del gabinete de Claudia Sheinbaum (si gana la elección).
Digamos que si eso resultara cierto lo calificaríamos como sería un tema de gran cinismo, hemos sido testigos del chapulineo constante a lo largo de la historia, o tránsfugas (como le llaman a quienes van de un partido a otro).
Pero con Del Mazo la cosa no es menor, ni tan sencilla. El señalamiento en su contra es grave. Sí se va a Morena, estaría dando la razón a sus detractores, quienes lo llaman “el gran traidor”. Pero eso no sería lo más grave para él, pues representaría invalidar moralmente la elección de la maestra Delfina Gómez Álvarez dando la razón de no haber interferido sólo para “cuidar sus espaldas”.
Durante mucho tiempo se manejó que el exmandatario habría entregado el Estado de México. Involucraban incluso a la propia Alejandra Del Moral en esta supuesta negociación. Alfredo Del Mazo y Del Moral lo negaron rotundamente. Por lo menos Alejandra sacó la casta al final de la campaña, pero no fue suficiente.
Delfina Gómez Álvarez es la primera mujer gobernadora en la entidad mexiquense. Pero, además, por un partido diferente al Revolucionario Institucional que estuvo casi cien años en el poder. Ya había contendido una vez en 2017 y fue histórico que ganara la elección en 2023.
Alfredo Del Mazo, si lo hizo o no, debe cuidar la historia. Debería quedarse alejado de la política si no quiere seguir siendo señalado, pero además si no quiere en duda, con su posible llegada a Morena, el triunfo justo, legítimo y legal de la maestra Delfina Gómez. No puede deslegitimar la historia.
Del Mazo, de darse quedaría como el gobernador que entregó en bandeja de plata al PRI, no solo en el Estado de México sino en el país. Como el gran traidor. Eso sería injusto para quienes también fueron parte de su equipo y siguen haciendo carrera política en el tricolor. Morena, también tiene la obligación de pensar, si es que lo tiene considerado, ceder un espacio político a Del Mazo. Es proteger a la gobernadora.
