Hay que decirlo y decirlo fuerte: los corruptos verificentros deben desaparecer, pues han mostrado su total fracaso ante las últimas contingencias ambientales registradas en la zona metropolitana.
Además, el automovilista, ya sea que posea un auto reciente o antiguo, tiene que pagar el famoso “salto” (una cantidad de dinero no registrada en papel como forma de coacción) para poder aprobar la verificación. Se pueden ver autos emitiendo grandes cantidades de contaminación de manera ostentosa, a pesar de portar el holograma actual.
Si se quiere, como asegura el gobierno, proteger la salud de la población, debe acabarse con el oneroso trámite de verificación, el cual, además de ser caro, representa una pérdida importante de horas hombre en estos tiempos en los que un día no alcanza para cumplir muchas metas personales.
Además, sería una opción para terminar con un sistema que discrimina al automovilista, pues hay miles de unidades pesadas de grandes corporativos emitiendo contaminantes como si tuvieran preferencia o licencia para contaminar sin que nadie las detenga y sancione.
Mientras no llueva, la esperanza es el verano, una época muy corta entre el tiempo en que tenemos que enfrentar altos índices de contaminación. Seguiremos padeciendo la nube tóxica a expensas del fracaso de los centros de verificación, una estructura que debe cambiar y ser barrida, como asegura el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde arriba para acabar con su podrida corrupción.
Presidente de la ONG Franature