Existen dos tipos de fenómenos perturbadores que amenazan a la población durante todo el año. Unos son provocados por expresiones de la naturaleza y los otros por la mano del hombre y su interacción con el medio que les rodea. En México, estos fenómenos son clasificados por la Ley General de Protección Civil en seis categorías: Geológicos, Hidrometeorológicos, Astronómicos; Químico-Tecnológicos, Sanitario-Ecológicos y Socio-Organizativos.
La fuerza destructiva de algunos fenómenos está latente todo el año y ocurren de un momento a otro según la combinación de diversos factores, indistintamente de la época del calendario; otros son más de carácter cíclico y tiene un periodo específico de mayor incidencia según las condiciones climatológicas; otros son muy enigmáticos e impredecibles, como los sismos y las tormentas magnéticas.
Ambas categorías de fenómenos se desagregan en 38 amenazas, entre estas, los sismos, las erupciones volcánicas y los tsunamis corresponden a agentes destructivos de origen geológico. Asimismo, existen fenómenos que son provocados por la combinación o concatenación de dos o más agentes destructivos, como la inestabilidad de laderas, cuyos efectos en la población son de pronóstico reservado y muy difícilmente pueden ser anticipados una vez que el fenómeno está en desarrollo, ya que su ocurrencia obedece a una mezcla de factores detonados lentamente en un periodo largo, provocados principalmente por la sequía, la lluvia y la acción humana.
Para prevenir emergencias y desastres asociados a inestabilidad de laderas, es de suma importancia conocer este fenómeno, sus características y los factores que lo generan. Los caídos o derrumbes, por ejemplo, son movimientos abruptos de suelos y fragmentos aislados de rocas que se originan en pendientes pronunciadas y acantilados; los deslizamientos son movimientos de masas de suelo sobre una o varias superficies de falla; las grietas y asentamientos son los signos previos antes de su desplazamiento; los flujos son movimientos de suelos y fragmentos de rocas pendiente abajo de una ladera, cuyo movimiento casi siempre ocurren durante lluvias muy intensas, y el material movilizado adquiere gran poder erosivo y velocidad que al bajar por las barrancas, cañadas y valles, destruye todo lo que encuentra a su paso.
En las zonas de restricción transgredidas por asentamientos humanos irregulares en cerros y elevaciones, cuando se presenta un ciclón tropical, o ante intensas lluvias, el exceso de agua infiltrada provoca una saturación del suelo, lo que no sólo causa inundaciones en las zonas bajas, sino también provoca el reblandecimiento de la tierra en las zonas altas, lo cual es una condición de riesgo importante que antecede a la inestabilidad de ladera. En tal contexto, si adicionalmente, existen fugas de agua en tuberías, deforestación del terreno, vibraciones con maquinaria pesada y sobrecarga del suelo por construcciones y excavaciones irregulares, la posibilidad de riesgo es inminente.
¿Cuáles son algunas señales que podemos identificar para prevenir y anticipar estos fenómenos? La inclinación pronunciada de árboles, postes y cercas; la rotura de pavimentos, levantamientos de pisos y deformaciones que impidan el cierre de puertas y ventanas; la presencia de pequeños temblores, estruendos (como si crujiera el cerro), agrietamientos y hundimientos en banquetas, son indicios clave.
En consecuencia, se debe dar aviso inmediato a las Unidades Municipales de Protección Civil y de Desarrollo Urbano para que se haga una verificación urgente y, una vez determinados los hallazgos técnicos, atender y obedecer las recomendaciones que se emitan a la población expuesta. Recuerde que el espacio más seguro es el que construimos juntos. ¡Que su semana sea de éxito!
Hugo Antonio Espinosa Ramírez
Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre
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