Regularmente el ser humano, sobre todo el mexicano, o el latinoamericano, aprendemos a vivir bajo las circunstancias del día a día. Decía Mahatma Gandhi, aquel pacifista indio practicante de la desobediencia civil por la paz que “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”. Imagine usted vivir en Alemania por allá de 1930, bajo el gobierno de un dictador como Adolf Hitler y que sea usted judío. Fue una época de persecución de judíos y luego estalló la guerra. El permiso que anhelaba Hitler para asesinar en masa. Casi seis millones de judíos fueron ejecutados durante el Holocausto y aún con su muerte, la de Hitler, en 1945, los judíos viven con pesadillas de terror.
Mientras sorbe a su café americano sin azúcar, el amanuense pregunta al lector o si, en lugar de 1930 viviera en 2016 y fuera usted mexicano viviendo en Estados Unidos con Donald Trump como el mayor presidente racista que prometió construir un muro para cerrar la frontera y evitar que los delincuentes entraran al país.
Ahora busca postularse nuevamente y afianzar su programa de deportación masiva sin precedentes en el país. Se habla de 11 millones de inmigrantes viviendo sin permiso legal, identificados desde 2022 y se estima que al menos otros 10 millones llevan más de una década en el país. Caminar en las calles sin libertad, o tener un negocio en la calle o en algún comercio pequeño, o trabajar con el miedo de ser detenido y deportado, o la esposa, o los hijos, debe ser aterrador.
O si viviera en Nicaragua o ahora en Venezuela, con dictadores como gobernantes que manipulan, mienten, asesinan bajo un discurso del criminal que asegura que matar es un deber por amor al pueblo. Una frase que me agrada mucho –refiere el periodista- la expresó William Shakespeare. Señalaba que “los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte, los valientes gustan de la muerte una única vez” y, tristemente, ese es el pensamiento que habita en la mente de los pobres. No, si ser pobre no es malo, pero tampoco es una bendición, aunque sean el estandarte, o seamos el estandarte de un gobierno populista. El poder usa el traje que más le conviene.
Y puede usted dejar volar su imaginación y elegir la época que le hubiera gustado vivir, tener la nacionalidad que mejor le agradara y ser el héroe que más le conviniera al mundo para salvarlo, pero al final, usted vive en México y sin importar la edad pudo disfrutar de caminar por las calles de su colonia y su pueblo sin que nadie lo matara. Pero algo cambió, hasta el día de hoy, desde hace 7 años, son asesinados en el país un promedio de 89 personas diariamente.
Dinamarca
No llegamos a ser como Dinamarca. Nunca lo seríamos. Ni tenemos un sistema de salud pública como el de ellos, pese a que el todavía presidente dice que estamos mejor y, no se nota. Seguimos con desabasto en medicamentos, infraestructura deplorable y sin recursos humanos. Los familiares de pacientes duermen en las banquetas y los propios enfermos son atendidos en camillas obsoletas.
Hay otro informe, el de los asesinatos, los de desplazados, los migrantes, el de periodistas ejecutados y policías involucrados con el crimen organizado, el de los cárteles y gobiernos corruptos, el de la economía de los bolsillos, pero no es tiempo de decirlo. Hoy es el momento de Andrés y como él lo dijo: “Tengamos presente que la vida es demasiado corta para desperdiciarla en cosas que no valen la pena” … Mi X @raulmandujano
