Sin pantallas de ninguna clase, sin diálogo entre humanos, con toda la atención puesta en la inteligencia artificial y un planeta totalmente limpio estamos condenados a la recuperación del mundo animal. La lucha será en otros terrenos.
A la reunión que se celebró en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico celebrada en Perú, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum no asistió a tratar los temas de nuestro interés, habida cuenta del distanciamiento político generado por su mentor AMLO, que se lo legó a la presidenta mexicana.
Mientras tanto, se discutía lo muy importante en materia económica, armamentista y territorial, como Rusia, Ucrania, los países del Báltico y el inevitable Estados Unidos de América, todavía se discutían y siguen discutiendo lo fundamental y al mismo tiempo saboteando la producción alimentaria.
Norteamérica produce magníficos productos de todo tipo y necesita de quienes compran, distribuyan y aportan los mejores trabajadores del continente: no sólo en las actividades más elementales sino técnicos y científicos.
México lo sabe, nuestros indocumentados trabajan mejor que nadie. Nos necesitan los otros miembros del T-MEC. Entonces ¿quién necesita más a quién? En ese contexto y con esta lógica, Claudia que sabe que Canadá busca sacarnos del T-MEC asistió a la reunión del G20. Su antecesor nunca lo hizo.
Y si para ser hay que parecer, Claudia no pareció la Presidenta de México con todo el poder e historia que le preceden. Su presencia no fue preferente, su discurso no tocó el tema de la reunión, no tuvo resonancia en medios, mientras tanto los muchos países se dedican al juego de las armas y de la sucesión en EUA para ver cómo se reparten intereses y planeta.
Un día Ronald Reagan jugó con la Guerra de las Galaxias, título provocador, que hoy pone a los drones en esas mismas galaxias. Un mundo sin lugar ni fecha, sólo las pantallas que darán cuenta de ello. Sobrevivir, jugar, ir a la escuela, hacer el amor, ¿en el futuro existirán? Los científicos están para crear un mundo nuevo y no todos lo están haciendo, le están sirviendo, como siempre, a los intereses.
Recuerdo un libro famoso que en décadas pasadas cimbró a la sociedad: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley en que la ficción daba cuenta de cómo se homogenizaba el pensamiento con una droga llamada (soma), que uniformaba y clasificaba a los seres humanos por el tipo de pastilla que diariamente recibían. Estamos llegando a ello.
La guerra llegó.