Crónica de una muerte anunciada
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Crónica de una muerte anunciada

Martes, 04 Noviembre 2025 00:05 Escrito por 

Así como ocurrió con Santiago Nasar en Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, todos sospechábamos de la altísima probabilidad de que Carlos Manzo Rodríguez muriera a manos de la delincuencia organizada en medio de un atentado; incluso él lo sabía, tal vez estaba resignado frente a esa realidad o esperaba que, en una cuestión de conveniencia política, el gobierno del Estado y el Federal lo evitaran. Finalmente, para quien se dice demócrata, se ve muy mal que uno de sus principales detractores muera de una forma tan indigna, como pasó con el alcalde de Uruapan, Michoacán.

Tan todos lo sabían, que incluso en un intento por subirse un poco en la legitimidad del alcalde uruapense, Jorge Álvarez Máynez, líder del partido Movimiento Ciudadano, solicitó hace un par de semanas públicamente la asignación de elementos de protección para Manzo Rodríguez, quien había entrado ya en una etapa de su vida política y personal sin retorno, donde, como él mismo lo había vaticinado, solo le quedaban tres caminos: la cárcel, la muerte o el éxito. Lamentablemente, dentro de esas tres posibilidades, la primera que lo encontró fue la muerte.

A toro pasado, como ocurre con los gobiernos emanados de Morena, unas horas después del artero asesinato, en conferencia de prensa salió el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, para asegurar a los medios de comunicación que el alcalde uruapense “sí contaba con seguridad asignada a su cargo”, algo que no aclararon semanas atrás frente a la petición más reciente de Álvarez Máynez y de otros políticos de la oposición, que venían reclamando medidas de protección para Manzo Rodríguez.

¿Por qué se ve mal la muerte de Manzo Rodríguez en relación con el asesinato de los más de 60 políticos que van en el tiempo que lleva el gobierno de Sheinbaum Pardo? La seguridad no solo abarca la asignación de elementos para el resguardo de una persona, sino que, en un asunto tan cantado como el de Uruapan, Michoacán, era necesaria la intervención de las dependencias de seguridad e inteligencia nacional y estatal, empezando por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, una dependencia que se ha caracterizado más por el espionaje político que realiza que por la ejecución de un verdadero trabajo de inteligencia.

Cuando menos por conveniencia política y mediática, se hubiera esperado que el gobierno federal hubiera hecho hasta lo imposible para que Carlos Manzo no hubiera fallecido de una manera tan absurda e indigna como ocurrió o, tal vez, como en el pasado, es el gobierno uno de los principales interesados en que esto ocurriera.

Aunque los gobiernos morenistas federal y su similar estatal digan que tomaron las previsiones necesarias en el caso del presidente de Uruapan, Michoacán, hay que resaltar el mensaje que hace menos de un mes publicó hasta en redes sociales el político hoy asesinado, en el que, en un tono bastante decente, pidió a la presidenta de México y al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana federal que se reintegraran al territorio de su municipio los cerca de 200 elementos de la Guardia Nacional que se habían retirado en días recientes, sin aparente aviso previo.

¿Se le dieron todas las garantías a Manzo Rodríguez por los órdenes de gobierno federal y estatal? Creo que no, y si alguien afirma lo contrario, creo que estamos en problemas. Hoy el Estado y el gobierno no nos sirven para nada como gobernados; nuestro derecho a la seguridad —que significa que nadie, fuera o dentro del Estado, pase por encima de nuestros derechos— está más que roto y sin la posibilidad de que en lo inmediato se pueda retomar el control por quienes dicen ser sus depositarios.

Carlos Manzo sabía que todos los días lo estaban buscando y que en algún momento lo podrían encontrar. Todos lo sabíamos y no hicimos nada, tal vez esperando que fuera la suerte, la Virgen o Dios mismo el que lo protegiera; no porque fuera lo correcto, sino para creer que él estaba haciendo algo por nosotros (lo digo de manera figurada), que él era el único responsable de lo bueno o malo que ocurriera en Uruapan, mientras muchas de las familias de ese municipio seguirían haciendo como que no pasaba nada cuando sus hijos y nietos se involucraran con algún grupo delictivo.

Alguien tiene que renunciar como respuesta al asesinato de Manzo Rodríguez; tal vez el secretario de Seguridad Pública de Michoacán, Juan Carlos Oseguera Cortés, o el mismo Omar García Harfuch. Lo cierto es que todos estaban avisados y prevenidos, así es que no podrán decir que no sabían nada y que el ataque les cayó de sorpresa.

ADDENDA

1. Los elementos esenciales de la teoría clásica sobre el Estado

Según la teoría clásica sobre el Estado, son tres los elementos mínimos que deben estar presentes para su existencia: territorio, población y gobierno.

Esta teoría fue clave en nuestro país para explicar las condiciones, por ejemplo, en torno a la pérdida de parte del territorio nacional en la época de Antonio López de Santa Anna y el momento en que se reconoce, por varios historiadores, el nacimiento del Estado mexicano, junto con la aparición del Partido Nacional Revolucionario (PNR), esto por allá de 1929.

La existencia del gobierno no se da solo con la existencia formal de poderes, sino que su efecto se debe sentir; en el caso de la pérdida del territorio nacional, este fenómeno se generó porque en el norte del país el gobierno no existía, más allá de las noticias que llegaban a destiempo a la gente que vivía en lo que hoy es el sur de los Estados Unidos. Y si el PNR se considera la primera institución en la historia del país, fue porque precisamente fue con este partido con el que se logró que las autoridades electas pudieran por fin concluir el periodo para el que eran elegidas, con lo cual se sentaron las bases de un gobierno regular.

Hoy nuevamente el elemento gobierno está ausente en todo el país y particularmente en el estado de Michoacán. El mismo 1 de noviembre, pero por la madrugada, Alejandro Torres Mora, productor de limón y sobrino del exlíder de las autodefensas Hipólito Mora Chávez, fue asesinado junto con su esposa en su domicilio, ubicado en la tenencia Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, en el municipio de Buenavista, Michoacán.

Así la triste realidad de nuestro país, que se podría titular en una novela por García Márquez como: Un día de muertos en México.

2. Reportan desaparecido a exalcalde de Zinapécuaro

La desaparición de Alejandro Correa Gómez, exalcalde de Zinapécuaro, Michoacán, ¿es un mensaje de superioridad o de desafío de la delincuencia organizada al gobierno federal y estatal? A tan solo unas horas del asesinato del exalcalde del municipio de Uruapan, en la misma entidad, se reportó la desaparición del expresidente municipal mencionado, quien, coincidentemente, fue uno de los personajes que exigió en un video el esclarecimiento del asesinato del uruapense, tan solo unos minutos después de tan lamentable noticia.

Dicen que en un movimiento armado siempre ganará el sector que esté mejor organizado. Al día de hoy, la delincuencia está más organizada que el propio Estado.

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Abogado postulante y miembro de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.

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Carlos Carral

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