México duele… pero no podemos rendirnos
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México duele… pero no podemos rendirnos

Martes, 04 Noviembre 2025 00:00 Escrito por 
Reseñas y Sucesos Reseñas y Sucesos Edgar Tinoco González

Hoy tenemos un héroe más en el panteón. Hoy te lloran en casa, Carlos… y en México la herida lacerante de la violencia no cierra ni cerrará en el corto plazo.

Minerva Pérez Castro, presidenta de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera, asesinada a tiros en Ensenada. Los colaboradores de Clara Brugada en su ruta al trabajo. Los empresarios Bernardo Bravo, limonero, y Javier Vargas, naranjero; por alzar la voz, fueron ultimados. Ahora, Carlos Manzo, quien advirtió que esto podía pasar y hoy deja un poderoso mensaje a todos los mexicanos.

Y así todos los días, hasta sumar 34,000 homicidios que sacudieron al país durante 2024, y una cifra interminable para lo que va de 2025. Porque en México, año con año y con profunda vehemencia, celebramos el Día de Muertos, pero en México todos los días son día de muertos. ¿Quién sigue? ¿Hasta cuándo?

El crimen no descansa y la impunidad ya no sorprende. México se debate entre la realidad demagógica del oficialismo y la cruenta realidad lacerante que vivimos a diario. A nosotros nos toca alzar la voz, porque es nuestra obligación exigir que esto pare, que el gobierno cumpla con su parte contractual del Leviatán.

Los buenos tenemos que erigirnos como un frente permanente de lucha, porque los malos ya demostraron que no se van a detener. Son criminales y son capaces de todo. La responsabilidad es compartida entre la indiferencia gubernamental: quienes permiten, quienes callan, quienes voltean hacia otro lado, fingiendo que agachar la cabeza los mantendrá a salvo de la brutalidad inescrupulosa y sanguinaria de “aquellos”: los narcos, los delincuentes, el cáncer de la República.

Todos los días volvemos a tocar fondo. Una y otra vez surgen escándalos de corrupción y violencia como una mancha que nadie quiere limpiar, mientras corre a la par una afrenta pública contra quienes levantan la voz. Porque alzar la voz estorba, incomoda y se paga con la vida. A la vuelta de todo está el ciudadano común, quien trabaja, paga impuestos y sobrevive sumido en la zozobra diaria de sus trayectos, encomendándose ciegamente a un Estado que hace mucho dejó de protegerlo.

El asesinato de Carlos Manzo no es un hecho aislado; es el reflejo más crudo de un país donde la vida no vale nada, donde la justicia se compra o se teme, y donde exigir explicaciones y proteger a tu pueblo puede costarte la vida. Enfrentar al poder y al crimen organizado se convierte en una actividad de alto riesgo que inmediatamente te pone en la mira.

No se trata solo de indignarnos unos días. Se trata de no acostumbrarnos. Se trata de no rendirnos. De entender que México no cambiará si los buenos seguimos en silencio, esperando que alguien más lo haga.

Hoy, más que nunca, debemos honrar a los que cayeron haciendo su trabajo, defendiendo la verdad, creyendo que este país podía ser mejor. Por ellos, por nuestras familias, por el futuro de nuestros hijos, no podemos dejar de luchar. Porque la seguridad, la paz y la tranquilidad de las familias mexicanas no son un lujo: son un derecho.

Porque, por encima del miedo, de la impunidad y de la violencia, hay algo que todavía puede unirnos: la convicción de que México merece más, frente a un país que se cae a pedazos pero que no se rinde.

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Edgar Tinoco González

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