Tendrá poder absoluto. Es innegable. Los resultados en la elección lo han confirmado: Morena podrá modificar prácticamente todo lo que desee en la estructura gubernamental y política del país –como ya lo han anunciado en estos primeros 11 días, luego de la elección–.
El poder –de acuerdo con Manuel Castells– “es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales, de modo que se favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder”.
Y añade: “cuanto mayor es el papel de la construcción de significado en nombre de intereses y valores específicos, a la hora de afirmar el poder, menos necesidad hay de recurrir a la violencia”.
En esa ruta se han enfocado los esfuerzos de Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente de la República –quien podría recibir su constancia de mayoría antes del 5 de septiembre–, junto con su equipo de trabajo, que será, a partir del primero de diciembre próximo, su gabinete legal y ampliado (a menos que cambie la denominación).
Ayer, López Obrador definió lo que serán los primeros 12 temas del trabajo legislativo en el Congreso de la Unión. Se reunió con los diputados –federales y estatales–, y senadores de su partido y sus aliados, que obtuvieron el triunfo el pasado domingo primero de julio. También lo hizo con los gobernadores electos de Morena.
Si consideramos que la forma esencial de poder “está en la capacidad de modelar la mente”, Morena y su líder –el próximo presidente de este país– trabajan en ese proceso. Un día sí y otro también, sus colaboradores están en la agenda mediática, colocando los temas y explicando lo que sí será posible y lo que requerirá cambios “en el largo plazo”, e incluso han redefinido las propuestas de campaña.
Que si la “mal llamada –dicen ellos- Reforma Educativa”; que si el aumento en las gasolinas; que si los sueldos “jamás se incrementarán por debajo de la inflación”; que si los policías, médicos, enfermeras y maestros, ganarán un poco más; que si los jóvenes y sus becas para ser aprendices en el sector productivo, y así, han delineado lo que será su perfil de gobierno.
En el caso del Estado de México el escenario político será muy complejo para la clase gobernante. Por lo que han anunciado los “morenistas”, a partir del primero de diciembre desaparecerán todas las delegaciones federales que existen en las 32 entidades del país, y esas funciones las ejercerá una sola persona.
En el territorio mexiquense, quien desempeñará esa tarea de “Coordinadora General del Gobierno Federal en el Estado de México”, será Delfina Gómez Álvarez, quien compitió el año pasado –con el respaldo de Morena– por la gubernatura y que perdió frente a Alfredo Del Mazo Maza. Ahora podrá ser –de facto– la virtual gobernadora, al concentrar todos los recursos federales, para definir su orientación y aplicación en la entidad. Entre septiembre y diciembre, ocupará su lugar en el Senado de la República.
Si a eso le sumamos que la Legislatura del Estado de México estará dominada por Morena y sus aliados, podrán modificar el presupuesto de ingresos y egresos, y haciendo mancuerna con Delfina Gómez Álvarez, el escenario anticipa que la batalla por el siguiente gobierno estatal iniciará el primero de diciembre de 2018.
PERCEPCIÓN
Las estructuras del gobierno mexiquense –e incluso de los próximos municipios y la legislatura- deberán modificar sus formas de hacer política y de comunicar. El escenario ha iniciado una transformación y se avecina la “aplanadora Morena”. Refiriendo a George Lakoff “no es cuestión de eslóganes; es una forma de pensar y de actuar”.
PAUSA
Nos reencontramos en este espacio el próximo 2 de agosto. Quienes puedan descansar, disfruten; quienes no, procuren no sufrirla.
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