Después de varias colaboraciones en las que hablé del fenómeno electoral del 1 de julio, vuelvo a temas que dan título a esta columna, aunque muchos de éstos se relacionarán con la problemática de la política alimentaria y de salud de los mexicanos.
Una cantidad de población similar a la que tiene la Ciudad de México muere cada año a nivel mundial por problemas de cáncer, 8.8 millones de decesos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) que de haberse detectado a tiempo se hubieran salvado. En México es la tercera causa de muerte y cada año se estima que se suman 148 mil nuevos casos de cáncer.
Pero la alternativa natural, que incluso proponen las mismas autoridades de salud a nivel mundial (véase la pirámide de la salud), ya existe desde principios del siglo pasado en los escritos de la cura naturista del cáncer por el naturópata estadunidense Hebert Shelton quien, por cierto, era fuente de consulta para Mahatma Gandhi antes de iniciar sus ayunos. Shelton asevera que “la medicina busca esa alteración como un síntoma aislado que será imposible desentrañar si se concibe así. Se busca algo que no existe pues el quebranto de la salud y las prácticas antinaturales son la causa.”
La medicina oficial y las autoridades le dan la razón cuando aseguran que por medio de estudios epidemiológicos se demuestra que las personas que desarrollan el cáncer tienen ciertas conductas y una mayor exposición a sustancias identificadas como cancerígenas.
En México, los principales tipos de cáncer tienen como origen factores de riesgo asociados a estilos de vida no saludables y provocan tumores en pulmones, hepáticos, colorrectales, gástricos y de mama, de acuerdo con datos del El INEGI.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cita que la evidencia médica reporta que, entre otros hábitos, el de fumar no sólo se relaciona a tumores del aparato respiratorio, sino que incluso tiene efecto en el desarrollo de cáncer.
La obesidad genera cambios hormonales que inciden en el crecimiento celular desordenado y se le atribuye al cáncer de mama, endometrio, páncreas, riñón, colon y vesícula. El consumo de alcohol es otro factor de riesgo. No menciona la contaminación ambiental, los alimentos cocidos y chatarra.
Un naturópata suizo contemporáneo coincidió con Hebert Shelton en cuanto a la forma de evitar o curar el cáncer mediante un cambio de hábitos de manera radical a base de frutas, método que para el ámbito naturista es de bajo riesgo y costo ya que puede reducir o evitar la quimioterpia. Sólo que para esta práctica naturista se requiere de un cambio cultural que tenga como marco una política alimentaria que garantice los factores de producción, distribución, el económico y de conocimiento para que las familias se hagan acreedoras al beneficio de una alimentación acorde con la naturaleza. Entonces sí estaríamos hablando de una verdadera higiene social ya que hasta el carácter y comportamiento de cada individuo mejoraría.
El texto en mención, que ya cobró notas periodísticas y un video en Youtube, lleva como título “Ya nadie debe morir de cáncer”, tesis del el doctor Stephen Mark. “Lo siento por los cientos de pacientes que mueren por tratamientos tradicionales.”
Para él la cura está en cómo comemos las frutas. Esto no se enseña en ninguna escuela ni institución y el naturismo tiene el conocimiento ancestral de cómo y a qué hora o en qué temporada del año combinar las tres categorías (ácidas, neutras y dulces) de frutas que nuca deben mezclarse entre sí las primeras con las dulces y sí algunas de estas con la neutras.
*Presidente de la ONG Franature