Toluca/Estado de México
El mofle de la vieja unidad, se forza en cada parada. También las balatas que hacen un rechinido cada vez que suena el botón de la misma.
A bordo, los asientos van repletos. El viaje resulta incómodo en todo el trayecto. La unidad 302 de Flecha Blanca por lo regular circula así.
En su mayoría son hombres, más de 20 en los asientos, que miran con rostros cansados, cabello desarreglado que se despeina con la gorra.
Solo unas dos mujeres, que no se sientan aunque algunos asientos van desocupados. Lo hacen hasta que el lugar se vacía por completo.
Pero ellos, los hombres, van dormidos en un sueño que poco se consuma. Cargan mochilas remendadas, otras con figuras de personajes de caricaturas, e incluso de esas mochilas escolares que regala el gobierno en los programas sociales.
Pantalones deslavados y zapatos por igual, cubiertos por el polvo que carcomen el color del cuero.
"Buenas tardes, súbale", indica el chofer de la unidad 302. Se esfuerza en amabilidad pese a que es su último viaje.
Quizás es parte de la nueva instrucción para el servicio. El aumento del pasaje debe justificarse con buen servicio.
Usa corbata color vino, con camisa blanca a mangas remangadas. Luce un tatuaje en el brazo derecho. No pierde su estilo a pesar de lo obligado del uniforme.
"Si mi carnal, ya nos piden andar de corbata", dice el ruletero a su cacharpo.
Es la hora de salida de las fábricas. Marcan las 18:30 en el nuevo horario. La ruta, es la que toman la mayoría de trabajadores que van de la terminal hasta Mayorazgo, Colinas del Sol y Mina México.
Se le puede adjudicar como "la ruta obrera", a la que incluso los asaltantes no frecuentan, porque en su mayoría son hombres los usuarios, de facciones fuertes y fornidos, por lo rudo de la labor diaria.
En el comparativo con el "transporte rosa", que se puso en marcha para servicio exclusivo de mujeres en Toluca, éste bien podría ser el "transporte rojo".
"¿Cuánto te aventaste esta semana mi buen?", Preguntan desde uno de los asientos, "tres carnal", entablan en una plática corta.
Otro silencio hondo persiste. La mayoría van sumidos en el celular y los audífonos. Una tonada del corrido de Juanito para aminorar el cansancio. Pensar que es viernes y esperar unas frías en la tienda de la esquina.
A la ruta obrera se le criminaliza de alguna forma. Las mujeres le huyen por temor al acoso. Por las miradas que penetran desde el asiento.
Aunque en realidad, resultaría más segura. Los amantes de lo ajeno asaltan más a las unidades en que hay más mujeres y niños, revelan las estadísticas mensuales de la Cámara Nacional del Autotransporte Pasaje y Turismo.
El viaje culmina sin contratiempo hasta llegar a su destino. De inmediato los asientos quedan vacíos.
"Servidos, buena noche", despide el chofer de los "tatos".