Toluca/Estado de México
La indignación, el coraje, la frustración y la furia son algunos de los sentimientos que unen a mujeres de todos los extractos económicos, feministas y hasta funcionarias públicas, quienes este ocho de marzo conmemoran un inusual Día de la Mujer, pues en medio de la pandemia por Covid-19 creció en 23 por ciento el índice de feminicidios en el Estado de México y en 78 por ciento la violencia familiar, según estadísticas de la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Mujer.
El fenómeno de la violencia es “la otra pandemia”, coincidieron autoridades encargadas de atender las denuncias por los delitos en contra de las mujeres, tanto en la Fiscalía como en la Secretaría de Seguridad y especialistas en materia de género, pues “por desgracia, el maltrato, los golpes y las humillaciones” son iguales con o sin encierro, dijo Alejandro Gutiérrez Cedeño, coordinador del Centro de Estudios y Servicios Psicológicos Integrales.
El problema, en su opinión, es que el mensaje no ha permeado como lo desearían, tanto las feministas como las nuevas generaciones, pues las marchas y manifestaciones que llegan a ser violentas sólo han generado encono, más violencia y un mensaje distorsionado en el que las mujeres buscan una igualdad confusa, pues han asumido un nivel de competencia con el sexo masculino y no de igualdad.
Explicó que la emergencia sanitaria trastrocó todas las dinámicas familiares y las personalidades, siendo un brote peculiar de esta época las sociopatías que derivan en asuntos de tipo psiquiátrico, que es cuando una persona pierde noción de lo que hace.
“Se juntaron dos elementos, la frustración de lo que ocurre, como la pérdida de empleo, de personas, de dinero, de amigos, además la convivencia permanente dentro de casa, a la que no estábamos acostumbrados”, afirmó.
Dijo que los psicópatas, como podrían calificarse a los agresores de mujeres y feminicidas, son gente que no mide los alcances de sus actos, por tanto, no tienen límite en la comisión de un delito, de modo que lo aparentemente normal para la mayoría, para esas personas no es así y es inexplicable que sean indolentes al dolor humano.
En ello coincidió la fiscal de delitos contra las mujeres de la FGJEM, Dylcia Samantha Espinosa de los Monteros, pues afirmó que uno de los detonantes de un mayor número de episodios de violencia fue el desempleo y la convivencia, aunque ello también permitió que algunas mujeres que encontraban “tolerable” las agresiones, durante este año de confinamiento se decidieron a denunciar, pero no sólo porque fueron más los ataques sino porque peligraba la vida de sus hijos, que junto con ellas quedaron a merced del agresor.
Para las representantes de organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, el fenómeno es “trágico”, pues durante este tiempo creció la cifra de agresiones, sin que las autoridades ejecutaran políticas públicas eficaces para detener el “horror que enfrentan niñas, niños y mujeres” dentro de sus hogares.
Pero en la opinión de algunas policías adscritas a la célula especializada en delitos de género de la Secretaría de Seguridad, estas afirmaciones no son realistas, porque durante la pandemia de los datos de la Secretaría, en el periodo de enero del 2020 a marzo de este año, atendió a mil 825 víctimas, pero sólo se iniciaron 462 carpetas de investigación, otorgaron 466 medidas de protección, 100 de ellas por extrema violencia.
Lo anterior, explica la policía Ángeles Andrea Ávila Torres, titular del área operativa en Toluca, porque en la mayoría de los casos la víctima decidió permanecer junto a su agresor, no denunciar o ni siquiera recibir la ayuda de la policía, por miedo a quedarse sola, a quedarse sin casa o a perder a sus hijos.
Para Ángeles, es un dilema “enorme” la sensación que le deja atender estos casos, pues su anhelo es que todas las víctimas rompan esos patrones de violencia, y como autoridad sabe que las mujeres también enfrentan discriminación por parte de la ciudadanía y de sus compañeros hombres, pues si bien la visión actual es empoderar a las mujeres dentro de la corporación, ésta históricamente estuvo integrada por hombres, quienes al igual que la sociedad civil consideran que ellas no cuentan con la destreza o capacidad suficiente para desempeñarse al parejo que un varón.
Aunque para la fiscal, Dylcia Espinosa, es una ganancia pues gracias a que implementaron mecanismos que facilitan estas denuncias, como es el caso del 911, lograron contener las muertes violentas de mujeres o feminicidios en la entidad y según datos de la Secretaría de Seguridad tan sólo entre enero del 2020 y marzo de este año sumaron 11 mil 110 visitas a domicilios.
“El contexto de la pandemia nos arrinconó de una manera tan horrible que las víctimas de violencia quedaron a merced de sus agresores, dentro de su casa y por eso desarrollamos una serie de mecanismos para que tuvieran la oportunidad de denunciar o pedir ayuda a la policía en el momento en que estuvieran en peligro o ante el temor de que les pasara algo”, resaltó.
La otra cara, el miedo
Sin embargo, para las víctimas de la violencia y los familiares de víctimas de feminicidio las condiciones no transitaron con la visión que tienen las autoridades estatales encargadas de contener la violencia e incluso, de aplicar la justicia, pues si bien coincidieron en que este fenómeno es una pandemia, difieren en que se haya logrado aminorar los delitos durante este año de encierro
Lorena Gutiérrez dijo que desde el hallazgo del cadáver de su hija Fátima de 12 años, todo en su vida se resquebrajó, no pudo volver a su casa, fue una exiliada de su pueblo por miedo a represalias por parte de los padres de los agresores de su hija, además uno de ellos salió en libertad, pues fue juzgado como adolescente y otro más está aún en proceso judicial.
“No parece que esto tenga final, y en esta lucha también perdí a otro de mis hijos, que murió el año pasado por negligencia médica”, expresó.
Activistas como Patricia Mireles, feminista y presidenta del Codisem, señalan que no hay una verdadera contención de la violencia, porque siguen existiendo lagunas legales y carencias en los protocolos de investigación que a la fecha no son reconocidos por las diversas instancias de gobierno.
Dijo que si las activistas, defensoras de las mujeres, las hijas, hermanas, padres y allegados a las víctimas de la ola feminicida están dispuestas a derribar muros y encender las ciudades, no es por falta de empatía en los procesos de justicia por parte de las autoridades, sino porque no ha llegado a la casa de las miles de mujeres asesinadas la justicia.