Estado de México
Un Pueblo Mágico es una localidad que destaca por varios atributos: la conservación y protección de su arquitectura, historia, tradiciones (gastronómicas, artesanales, fiestas patronales, etcétera) y una atmósfera auténtica.
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Este tipo de destinos, además, deben estar rodeados por un entorno natural único y tener vocación turística: calidad hotelera, actividades culturales, de aventura y ecoturismo.
Aculco
A una hora de la Ciudad de México se encuentra este Pueblo Mágico y Patrimonio de la Humanidad. Sus calles adoquinadas y muros de cantera son la morada de la cultura otomí, la etnia que, a través de sus textiles, da color a esta localidad.
Una escapada de fin de semana debe incluir la visita a las cascadas “La Concepción” y “Tixhiñú”. La primera baña una barranca y corre sobre una calzada de columnas basálticas; durante el verano puede alcanzar los 25 metros de altura.
Admira “La última cena” del pintor Miguel Cabrera en el Exconvento de San Jerónimo, construido en el siglo XVI. Recorre la Casa Hidalgo, de arquitectura ibérica, por donde pasó Miguel Hidalgo camino hacia la Ciudad de México.
No puedes dejar de probar la barbacoa y los escamoles. También podrás degustar diferentes tipos de queso, mantequillas y dulces de leche.
Ixtapan de la Sal
Es Pueblo Mágico desde el 2015. Su arquitectura de estilo tequitqui se caracteriza por la mezcla del arte indígena con las influencias técnicas e iconográficas europeas, las cuales se reflejan en la Parroquia de La Asunción de María, principal monumento histórico del municipio.
Para viajar a este Pueblo Mágico es obligatorio llevar traje de baño, pues tiene un amplio corredor de balnearios con aguas termales. Otro de sus lugares imperdibles son las “Grutas de la Estrella”. Si lo tuyo es la aventura, entonces puedes conocer “Las Peñas”, un lugar para recorrer a caballo, deslizarte en tirolesas y descender a rappel. Vale la pena desembolsar 150 pesos en un baño de temazcal, en el hotel “Belisana”. Si buscas algo típico para comer, pregunta por los chilacayotes en pipián, el mole rojo con guajolote y el menudo.
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El Oro
A dos horas y media de la CDMX, se encuentra este pueblo minero que, durante la época colonial, fue próspero en yacimientos de oro. Está rodeado por frondosos bosques de pino y cedro, las presas “Brockman” y “Victoria”, además alberga un santuario de la mariposa monarca.
Conviértete en minero por un día visitando el “Tiro Norte”, una construcción de madera que funcionó para sostener las poleas que subían y bajaban vagones cargados de mineral. Fue remodelado, lo que permite subir al último nivel y disfrutar de una buena vista del pueblo. Después, haz una parada en el Museo de Minería para conocer la pieza de oro más pura de todo el mundo, según nos cuentan.
Captura todas las fotografías que puedas del Teatro Juárez; se dice que es el único recinto de estilo isabelino en México. Los domingos hay conciertos gratuitos.
Para llevar regalitos a casa, date una vuelta por el Centro Artesanal. Además de textiles, hay cestos tejidos con ocoxal (hojas de pino secas). Y, si quieres consentir tu paladar, ve al Vagón Express Minero, un antiguo furgón de tren convertido en restaurante.
Visita el santuario de las mariposas monarca La Mesa y Palo Amarillo, donde también podrás ver la Cascada del Mogote, atravesar su puente colgante o aventarte de la tirolesa.
Deleita tu paladar con un típico licor digestivo preparado con anís y una variedad de hierbas. Según los lugareños la bebida te "cura el espanto".
Malinalco
De este Pueblo Mágico impresionan sus cerros de paredes verticales y su atmósfera mística y relajada. Sus casas antiguas hoy son ocupadas por hoteles boutique. Casa Limón o Paradise Lounge son nuestras recomendaciones para un fin de semana romántico.
Abundan las tiendas de decoración, galerías de arte y joyería hippie. Dicen que es un gran centro energético; por ello, hay varios centros holísticos que ofrecen clases de meditación y yoga.
En la plaza central, no dejes de probar los tacos de cecina y de obispo. Aparta una tarde en la terraza del restaurante Los Placeres.
Visita la zona arqueológica de Cuauhtinchán, con su estructura piramidal tallada en la roca, y el templo agustino que conserva en muy buen estado sus murales del siglo XVI. El convento aún es habitado por monjes.
Un lugar que estás obligado a visitar es el sitio arqueológico de Cuauhtinchán, en lo alto de un cerro. Uno de sus edificios más importantes es la “Casa de las Águilas", un conjunto que fungía como escuela de guerreros aztecas. Otra maravilla de arte de este lugar son las pinturas rupestres "Los diablitos y "El coyotito rojo" que están en una montaña con forma de rostro humano.
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Metepec
Sus maestros artesanos son los que hacen brillar a este pueblo, famoso por la elaboración de los “árboles de la vida”. Los orígenes de la artesanía se remontan a la Conquista para evangelizar a las comunidades indígenas. La pieza se elabora en barro y en ella se van narrando historias: puede ser el Génesis de la Biblia o las tradiciones y costumbres del pueblo, como las bodas. En el árbol se plasma cómo la novia sale de su casa, acompañada por una banda de música; también incluye al novio y lo que acontece con los invitados y el jolgorio.
Si vas por tu árbol a Metepec, no dejes de visitar los vitrales de la iglesia dedicada a la Virgen de los Dolores y el Mercado de Artesanías, donde encontrarás botellas de “garañona”, una bebida fermentada con aguardiente y 14 hierbas.
San Martín de las Pirámides
No todos los caminos cercanos a la zona arqueológica de Teotihuacán llevan a las pirámides del Sol y la Luna, también te guían hacia este pueblo (cuyo nombramiento fue otorgado en 2015) que forma parte de la Ruta de los Murales. En bici, explora los barrios que conservan las pinturas creadas por la cultura teotihuacana.
Ese mismo recorrido te lleva a los talleres de obsidiana y ónix y a las fábricas donde el nopal y las tunas se transforman en licores, mermeladas y otros dulces. Cada 11 de noviembre se realiza la danza de los “Moros y cristianos” (sus habitantes se pintan completamente de negro) para celebrar a San Martín Obispo.
El Cerro Gordo es un Parque Estatal con grutas: ofrece visitas guiadas, caminatas, ciclismo de montaña y cabalgatas.
En agosto se celebra la Feria Nacional de la Tuna.
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San Juan Teotihuacán
Es uno de los pueblos más visitados porque aquí se encuentra la zona arqueológica de Teotihuacán, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Según el mito, esta ciudad fue elegida por los dioses para crear el centro del universo.
Al llegar, se abre imponente la Calzada de los Muertos, flanqueada por los diversos conjuntos de construcciones. En un extremo, la Pirámide de la Luna y, en el otro, el Templo de Quetzalcóatl. Si te encuentras en cualquiera de estos puntos, tu perspectiva te permite percibir la armónica simetría del espacio. Teotihuacán tiene dos museos: el de Sitio, con piezas fantásticas, y el de Pintura Mural. En marzo es la Feria Regional de la Obsidiana.
Los platillos típicos de esta zona son la barbacoa, mixiotes de carnero, codorniz entre otros platillos que tienen como complemento principal al nopal, uno de los ingredientes mexicanos más nutritivos.
Tepotzotlán
Entre sus principales atractivos está el Museo Nacional del Virreinato, dentro del antiguo colegio jesuita de San Francisco Tepotzotlán, cuyo interior resguarda la colección de arte novohispano más importante de México. Pinturas, esculturas, grabados, dibujos y frescos hacen referencia al culto religioso en la Nueva España.
También te vas a enamorar de la arquitectura churrigueresca del Templo de San Francisco Javier, que forma parte del antiguo colegio jesuita. No dejes de asistir a sus pastorelas navideñas.
No dejes de ir a los antiguos "Arcos del Sitio", un acueducto construido por frailes jesuitas. Aquí encontrarás tirolesas, recorridos de leyendas y cabañas.
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Valle de Bravo
Su presa es todo un clásico, así como sus deportes de aventura. Tu visita a Valle de Bravo debe incluir: la puesta de sol desde la presa, que recomendamos admirarla durante un recorrido en lancha o kayak; el Templo de Santa María Ahuacatlán y su Cristo Negro, considerado milagroso; los esquites con camarón y los elotes asados al carbón que venden en la plaza principal; un vuelo en parapente para una fotografía panorámica del pueblo; un paseo al bosque, en cuatrimoto o bici de montaña; las exposiciones artísticas de la Casa de la Cultura; y una escapada rápida a las cascadas Velo de Novia y Río del Molino de Avándaro, el pueblo vecino que se localiza a solo 10 minutos de “Valle”.
Si buscas actividades extremas, en el Cerro de La Cruz emprende el vuelo en parapente o ala delta en compañía de un instructor.
Entre los atractivos naturales de la zona está la cascada Velo de Novia un parque donde podrás hacer un picnic en sus bancas y conectar con la naturaleza.
En la Reserva Estatal Monte Alto se puede escuchar el murmullo de arroyos subterráneos y ser partícipe del avistamiento de mariposas monarcas. También hay bici de montaña y una zona de campamento.
Villa del Carbón
Quien visita este Pueblo Mágico es porque está dispuesto a convivir directamente con la naturaleza. La primera parada es Presa del Llano: hay tirolesas, paseos en lancha y senderos para conocer la flora y la fauna local. También te recomendamos hacer un recorrido a caballo. Lleva tu traje de baño, ya que el parque ecológico cuenta con manantiales y pequeñas cascadas.
La segunda parada es en la Presa Taxhimay; debajo de sus aguas se encuentran las ruinas del antiguo pueblo de San Luis de las Peras que fue inundado a propósito en los años treinta para dar paso a la construcción de la presa. Aquí se ofrecen recorridos en lancha, kayak y acuabici.
El pueblo es conocido por sus artesanías de cuero y por la producción de rompope.
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