Temascaltepec/Estado de México
A 67 kilómetros de Toluca, en donde la Puerta del Sur se abre, se anuncia con el correr del agua un pueblo que pareciera de juguete y en donde la riqueza de una tierra y las leyendas se conjugan ahí, en donde se hacen los “baños al pie del cerro”.
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De este suelo, bañado por tres ríos y más de 80 manantiales nacidos de los escurrimientos del Nevado de Toluca, se da desde la caña de azúcar, en las tierras bajas, y el oro y la plata en sus entrañas, hasta las orquídeas y las manzanas, en las altas.
Una persecución y los minerales, cuentan sus habitantes, dieron origen al pueblo colonial, cuyos vestigios permanecen vivos en los pueblos de La Albarrada y Real de Arriba, mientras que en San Lucas del Pulque existen ruinas prehispánicas que consisten en cabezas con lenguas bífidas, representaciones del dios Quetzalcóatl.
“Por 1565, Jorge Medina, originario de Zacatecas, mató a alguien, por lo que estaba condenado a la horca y, en su huida por las montañas, rumbo al mineral de Taxco con dos de sus hijas, llegó al solitario monte en donde ahora se encuentra San Francisco la Albarrada.
Para protegerse del frío y de los animales encendió una fogata; al día siguiente se dio cuenta de que las piedras usadas se habían derretido en plata pura”, narran los mitos urbanos, que, entre dichos, explican la historia de su pueblo.
Entonces, Mendoza viajó a la capital de la Nueva España para pedir perdón al Virrey a cambio de enseñarle el lugar que había descubierto.
Absuelto, Mendoza fue a España para traer la imagen de un Cristo al que llamó El Señor del Perdón, ahora venerado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, situada en la cabecera municipal de Temascaltepec.
Cerca de este lugar se encuentra La Albarrada, que hospeda el tan conocido Peñón, cuerpo rocoso y redondo con cerca de 150 metros de altura y 60 metros de ancho al que los visitantes han llamado “el ombligo del mundo”.
Detrás de él es posible ver otros dos peñones, llamados por sus formas, “El Fraile” y “La Preñada”, a los que la picardía popular les inventó un romance, en el que un religioso embarazó a su vecina.
Siguiendo hacia la parte baja, en la parte de San Pedro Tenayac, se observa el relieve más alto de Temascaltepec, un cerro de nombre Juan Luis, a donde, según los pobladores, el forajido religioso del mismo nombre guardaba las riquezas de sus hurtos para luego compartirlas con los pobres.
“A Juan Luis nunca se le atrapó, porque herraba al revés a su caballo, de tal forma que quienes lo perseguían lo hacían en sentido contrario, facilitando sus huidas y nunca fue encontrado”.
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