Toluca/Estado de México
Aún recuerda en su memoria la tarde del 1 de abril de 1997 donde hizo una sorpresiva aparición en la Bombonera de Toluca para un juego de media semana entre el Club Deportivo Toluca y los Pumas de la UNAM. Se encontraba en la ciudad toluqueña porque unas horas antes el equipo que entonces dirigía, Toros Neza, había jugado en las cercanías contra la selección de Jamaica, un partido amistoso.
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Enrique Meza Enríquez entró al Estadio Nemesio Diez, se sentó en la tribuna de sombra rodeado de aficionados y, con un periódico deportivo enrollado en su bolsillo trasero del pantalón, observó cómo el Toluca que era dirigido por Juan Manuel Álvarez ganaba 1-0.
Cinco meses más tarde, debutó como entrenador del equipo escarlata. Y para abril del año siguiente el hombre que también había dirigido a Cruz Azul y Morelia ya tenía al equipo de regreso en una liguilla. Lo que estaba por ocurrir no lo habría pronosticado nadie.
En ese entonces Toluca estaba lejos de ser un equipo protagonista, pero en los llamados torneos de Verano de 1998, el equipo era un verdadero 'demonio' para jugar fútbol; cambió drásticamente su historia y pasó a ser el club más exitoso del fútbol mexicano.
Sin duda que dejó huella en la historia de los Diablos Rojos, porque logró tres títulos (Verano 98, Verano 99 y Verano 2000). Además logró un título más con el Pachuca (Clausura 2007); mientras que a nivel internacional ganó dos Concachampions, una Copa Sudamericana y una Superliga Norteamericana, todos con los Tuzos.
Como persona es muy querido por el público, además de ser un técnico trabajador y humilde, el ex técnico Diablo recordó una situación curiosa de su infancia: "A los siete años, en la escuela nos llevaron a Teotihuacán. Mi mamá me dio dinero y un morralito de tela. En las pirámides lo primero que hice fue comprarle un sándwich de helado. Lo guardé y volví a casa a las 7 pm. Muy contento le dije: mamá, te traigo un regalito. Abrí el morralito: todo, hasta los cuadernos, estaba batido. Ya me acordé, era de fresa el helado. Como gente de campo, mi mamá me dijo: Ay m’hijo, tan pendejo. Era cierto: ¡le compré su helado para entregárselo a las siete! (se ríe). Me adoraba: he sido flojo y consentido pero ella aún me cuida desde arriba”.
Otra situación que comentó fue que en su carrera como entrenador hubo dos jugadores que dejaron una hermosa experiencia en su vida que son Miguel Calero y Gerardo Torrado. "Dos me marcaron. Miguel Calero, un tipo fantástico en el campo y fuera: alegre, ganador. Y Gerardo Torrado: extraordinario ser humano y jugador. Simplemente, los mejores", dijo.
"El Ojitos", recientemente retirado de la dirección técnica, dirigió a Cruz Azul (en cuatro etapas), Toros Neza, Morelia (en dos etapas),Toluca (en dos etapas), Pachuca (en dos etapas), Atlas, Puebla y Veracruz.