Valle de Toluca
Trocitos de vida sobre las escalinatas del El Calvario, casi como incrustados en la parte baja del Cerro de Los Magueyes, en Metepec. Pétalos amarillos y rojos que reflejan la tradición mexicana más alegre, la más arraigada. Una combinación de la tradición católica que celebra el “Día de Todos los Santos”, de Todas Las Almas y Los Fieles Difuntos con las costumbres prehispánicas.
El Día de Muertos para el Valle de Toluca se traduce en fragmentos de un pueblo mágico que se ensamblan gracias a la participación de estudiantes, familias metepequenses, instituciones públicas y por supuesto el diseño de artistas que representan con flores lo sarcástico de morir, pero seguir presente entre los seres amados.
Es la quinta edición de la Monumental Ofrenda que coloca el ayuntamiento con la colaboración de escuelas, desde el preescolar hasta el nivel superior, delegaciones, grupos de scouts.
Emerge de la urbe un pedacito de tierra donde parece no haber transcurrido el tiempo, porque las velas señalan el camino de los espíritus y la comida permite a todos - vivos o muertos - hacer una gran fiesta en honor a los que ya no están físicamente, pero que dejaron mucho más que la ausencia.
Juan Hernández Fernández, proviene de Huamantla, pueblo mágico de Tlaxcala, es el responsable de diseñar y conformar el tapete de 18.50 metros por 7.32 que será presentado este martes por la mañana, cuando el alcalde David López inaugure la ofrenda monumental. Para su elaboración lleva 190 ramos de flor de cempasúchil y 30 ramos de terciopelo rojo colocados sobre una cama de aserrín que impide que se resbale por las escalinatas.
Es un corredor de flores con catrinas, calaveras llenas de flores y un camino de 200 velas que darán forma a un árbol de la vida, imagen típica de Metepec. A la par, participan los alumnos y docentes de diversas instituciones, quienes llevan las fotos de sus abuelos, de sus madres, padres,
Los artistas que diseñaron la imagen del tapete central en la ofrenda también acudieron a Edinburg y McAllen, Texas para el Día de Todos los Santos, en donde dejaron tapetes de aserrín.
Para las escalinatas trajeron sus propias flores, pero también pidieron algunos ramos de
especies mexiquenses.
La imagen maravilla a los espectadores, sobre todo a los pocos extranjeros que circulan por la iglesia más emblemática de esta localidad. Las calaveras de barro, la formación de cráneos, brazos, manos y cajas torácicas dejan con la boca abierta a los asistentes. Todos quieren una foto, se olvidan del Halloween, abrazan las tradiciones de México.
