Toluca/Estado de México
Claudia Rivera tiene en Toluca la única tienda que está destinada al 100% a ayudar, guiar y escuchar a las mujeres sobrevivientes del cáncer de mama. El negocio se ha convertido en una especie de sala de terapia, donde las pacientes pueden encontrar prótesis externas de mama, turbantes para cuando pierden el cabello por las quimioterapias y sobre todo, dice, “el silencio necesario para escuchar todo lo que ellas tienen qué decir y secar las lágrimas de lo que necesitan llorar”.
El pequeño local está ubicado en el centro de Toluca. Ahí llegan más mujeres solas, que acompañadas, pues muchas de sus clientas reconocen que su pareja sentimental las abandonó al tener que someterse a una mastectomía. “Ellas llegan con una depresión muy grande, pero la mayoría por recomendación de otra paciente que sobrevivió al cáncer”.
Al lugar llegan mujeres desde los 20 hasta los 90 años, con una incidencia mayor de los 40 a 60 años, entre quienes acuden de inmediato, tras la cirugía y hasta previo a ella para que se coloquen la prótesis tras dos meses de la mastectomía, hasta aquellas que se deciden años después.
Se trata de Mamayki, que surgió cuando debieron enfrentar la enfermedad en una familiar, quien requirió una prótesis, así que conoce de fondo muchos de los procesos a los que se enfrenta una mujer.
El pequeño local se encuentra ubicado en el centro de Toluca, donde ofrecen prótesis mamarias externas, que se acomodan dentro de sostenes que facilitan su uso y les permite sentirse distintas, pues la propietaria aseguró que la mayoría llegan “desmoralizadas y pensando que fueron mutiladas”.
Para ayudarlas a encontrar el producto adecuado, deben ser medidas, aunque hay tallas promedio, lo mejor es que prueben el material, pues la textura se asemeja a la que tiene la mama y el pezón, puede ser en forma de gota o de triángulo, si es grande, chica o con alguna forma específica.
Además, la interesada elige el tipo de brasier que les acomode mejor. Todo el paquete tiene un costo que oscila entre los 5 mil pesos y dura hasta cinco años.
“Todo depende de donde trabaja, el tratamiento que le dan, el clima y otros factores”, dijo, pero “definitivamente” de forma inmediata cambia su semblante y hasta la postura de una mujer a la que le fue retirada la mama.
Dijo que la mayoría son mexiquenses, o han llegado de Michoacán, Guerrero, Veracruz, Chiapas y pues la recomendación ha ido “de boca en boca”, además ellas vienen para llevarse las prótesis correctas, con el tamaño, peso y las características que se acomodan a la persona.
“Esto ocurre porque el cuerpo inmediatamente se encorva al no tener el peso de uno de los pechos, es una forma de instinto de protección, porque hay una ausencia, además la mujer se siente feliz, digamos dejan el enconchamiento que toman para esconder que algo les falta”, expresó.
Para Claudia este negocio también se tradujo en una experiencia de vida, pues ha escuchado historias hermosas de sobrevivencia, de fortaleza y aquellas que renacen cuando se sienten más seguras.
“El hecho de que se vean directamente solas en el espejo, es una ruptura muy fuerte. Algunas comienzan a llorar, tanto que nos quedamos hasta dos horas únicamente escuchando. Hay quienes no pueden hacer catarsis antes porque son fuertes por sus hijos, por sus padres o sus esposos, pero cuando se enfrentan solas a su nuevo cuerpo, es muy complicado, pero quienes no tienen el apoyo de alguien, es peor”, contó.
