San Mateo Atenco/Estado de México
Hace más de 20 años que casi 2 mil familias o más se asentaron a unos metros del cauce del Río Lerma en San Mateo Atenco y aún con los embates de las lluvias, que cada año implican el desbordamiento de agua sucia y fétida, deciden permanecer en ese sitio, porque “¿a dónde más podríamos ir?”
Desde hace tres días, al menos 800 familias pernoctan en viviendas anegadas con un líquido café o más bien lechoso, que invade su sala, comedor, la cocina o las recámaras - para quienes habitan en construcciones de un piso-, ello porque el sábado por la madrugada comenzó a crecer el nivel y arreciar la corriente del Río Lerma a la altura de la Deportiva de San Mateo.
Aún con el intento que hicieron autoridades municipales, quienes junto con la Sedena y el gobierno mexiquense, para trasladar a la gente a uno de los cuatro albergues dispuestos, ninguno decidió por esa opción.
Las autoridades estatales aseguran que hubo un despliegue de 300 elementos entre personal del DIFEM, Conagua, CAEM, Desarrollo Social local y estatal, el organismo de agua, personal del ayuntamiento, quienes junto con la Sedena entregaron dos mil pares de botas y 2 mil 500 despensas a los damnificados.
Sin embargo, pocos de los afectados reconocen ese apoyo, aseguran que no hubo presencia de las autoridades.
“Aquí no tenemos botas, ni productos de limpieza, no hemos podido bajar las escaleras en tres días y no hay nadie que nos brinde auxilio”, demandó una de las vecinas.
El Barrio de Guadalupe, no está tan lejos como se escucha, se trata de una serie de viviendas, la mayoría de dos pisos, muchas en obra negra, pero todas con los servicios básicos.
El problema es que en las habitan más de seis personas por casa, hay dos o tres familias en la mayoría, de modo que el conflicto para todos ellos es aún peor, pues muchos tienen niños pequeños expuestos a enfermedades estomacales o respiratorias.
Muchos andan en sandalias, algunos atraviesan la inundación en bicicleta y otros reciben víveres de las lanchas que circulan por los ríos que se generaron con el agua que liberó la fractura del margen izquierdo del bordo en el río.
Aunque pocos reconocen que el lugar no es apto para vivir, que fueron notificados por las autoridades cada trienio, pues el riesgo de inundarse es inminente cada que llega la temporada de lluvias.
“Pero así estamos, no es que queramos estar en estas condiciones, ¿a usted le gustaría? Pero dígame a dónde vamos”, espetó una de las habitantes.