La periodista afgana Malalai Maiwand, era una reconocida comentarista de cricket (deporte popular afgano), aunque también tenía una corriente periodística hacia el activismo, en favor de los Derechos Humanos de las mujeres y niños. Fue cruelmente asesinada a tiros por presuntos miembros del Estado Islámico.
La activista trabajaba como presentadora en una empresa privada llamada Enekas, lugar donde sucedió el ataque perpetrado contra ella. Los ataques son plenamente “justificados” y tienen como objetivo asesinar a periodistas, políticos, religiosos y, sobre todo, activistas especializados en Derechos Humanos.
Cifras que, hasta el momento, han presentado una tendencia al alza en los últimos meses, pese a las conversaciones de Paz en Doha entre el gobierno de Afganistán con los talibanes.
Por otro lado, el terrible suceso aconteció aproximadamente a las 7:10 hora local, cerca de la ciudad de Jalalabad, capital de Nangarhar ubicado al este de Afganistán.
Sin embargo, el presidente afgano Ashraf Ghani, anunció que el asesinato entra en la clasificación de un ataque “terrorista” y sentenció el asesinato no solo de la periodista sino también de su chofer que corresponde al nombre de Mohammad Tahir, que la acompañaba en el fatídico momento.
“Los ataques a nuestros periodistas son un crimen inhumano e imperdonable”, señaló Ghani en una declaración oficial en la que se comprometió a “proteger” y “promover” la libertad de expresión y libertad de prensa.
Desafortunadamente, el asesinato de la periodista Malalai Maiwand la convirtió en la quincuagésima primera (51) víctima de esta actividad.
Desde el derrocamiento de los talibanes, por el simple hecho de ejercer la profesión de periodismo que hasta el momento siguen siendo blanco de ataque por el grupo yihadista, en Afganistán.
¿Qué pasa en Afganistán?
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) mediante su perfil de Telegram, se adjudicaba el ataque hacia la periodista, “los soldados de esta organización tuvieron como objetivo a la periodista Malala Maiwand en la ciudad de Jalalabad con una pistola, lo cual llevó a su muerte”.
Con la muerte de la periodista afgana ya suman tres asesinados en lo que va de noviembre hasta estos días.
Actualmente, Afganistán es señalado como uno de los países más peligrosos para periodistas, ocupando el puesto 122 de 180 según la clasificación mundial de la libertad de prensa 2020 de Reporteros Sin Fronteras (RSF).