Para los que nos dedicamos a la comunicación institucional, en el espectro público, nos debe preocupar la ya anunciada y ahora confirmada y ejecutada desaparición de las oficinas de comunicación social de las dependencias del gobierno federal.
En su mensaje masivo en el zócalo capitalino, que con motivo de su ascenso al poder emitió el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre sus anuncios y disposiciones, algunas producto del evidente desconocimiento del tema y de las ansias de aplausos, confirmó la desaparición de las oficinas de comunicación social de todas las dependencias del Gobierno de México, salvo la de presidencia.
La comunicación social no es una ocurrencia, no es, como muchos malamente la han usado, para empoderar y promocionar a los políticos.
La comunicación institucional existe para darle soltura a dos premisas fundamentales del poder público: difundir lo que una institución realiza en distintos rubros (salud, educación, protección civil, etc.) y para cumplir con el mandato constitucional relativo a la rendición de cuentas.
Ahí radica la gravedad de esta decisión. Centralizando la información a la oficina de prensa de la presidencia, se unifican los criterios informativos al gusto o disgusto de una o pocas cabezas y se elimina la especificidad informativa.
El trabajo de una oficina de atención a medios tiene una labor tanto cronológica como de seguimiento temático. Por ejemplo, la Secretaría de Salud federal tiene la obligación de informar a la sociedad sobre campañas de vacunación, de prevención de enfermedades.
No basta con informar que el Presidente o tal secretario ponen en marcha una campaña de vacunación; se le tiene que dar seguimiento, focalizado por tipos de audiencia, con impactos noticiosos a tiro de precisión para que estas campañas sean efectivas y lleguen a la población deseada.
Una oficina de prensa, por muy robusta que sea, no podría especializarse en los diferentes temas que la responsabilidad de gobernar engloba.
El asunto, señor presidente, no solo es ahorrar, sino identificar qué ahorros son necesarios y cuales ahorros pueden trastocar una de las funciones más relevantes del servicio público, rendir cuentas.
Se puede ser austero en el gasto sin desaparecer de tajo el perfil de tantos mexicanos que nos dedicamos a construir estrategias de comunicación con el objetivo de que la sociedad conozca de los beneficios que tiene en los distintos programas que maneja el gobierno.
Se puede ser austero, sin borrar la labor de atención a medios, que es fundamental para lograr el enroque poder-medios-sociedad.