Las recetas de la abuela

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Las recetas de la abuela

Lunes, 17 Diciembre 2018 00:12 Escrito por 
Las recetas de la abuela Con singular alegría

Un día hace años, escribí esto. Es el principio de un libro que hicimos Carolina Monroy y yo. Se llama “Las Recetas de la Abuela”. Le pedí a Félix Suárez, que lo re valorara. Creo que es un buen texto para publicarse en nuestro grande y prestigiado, Consejo Editorial del Estado de México que dirige René Santín. Dice así:

Estoy sentada enfrente de ti y los ojos se me llenan de alegría. Sé que todo lo que has recolectado, es la historia de tu hogar. Ese que has hecho frente a los seres que más has querido. Ese en el que estoy incluida para siempre.

Cada vasija que me he encontrado y que has decidido regalarme, contiene gramos de amor; cada olor de lo que se está cocinando, me dice que éste es mi lugar en la mesa. ¿Y sabes? Todo esto viene junto con la parte de sabiduría que has acumulado con el tiempo, y que me tuviste la gana de compartir.

No te volveré a ver, más que en este pedazo de hojas llenas de olores y de sabor a ti, que además te ofrezco, Teta. Como los sueños de tomar todas estas páginas y regalárselas a todo el mundo, para que vea lo que significaste tú.

Y los recuerdos me vienen de sopetón:
O mejor más: regalarlas a todos, para que sepan lo que hacemos desde este pedazo de tierra que se hizo de repente y de sopetón ya conocido y magnífico. Para que nos conozcan desde tu morada, hasta los de todas las amas de casa, mujeres al fin y al cabo como nosotras, que no tienen otra cosa que amor hacia su familia.

Existes como la mayoría de tus recuerdos. Abro las páginas de este libro, y te imagino haciendo, junto con otras tantas mujeres mexicanas, el caldo que llena de aroma un hogar. Mi hogar.

Tú no estás ya. Pero sí tus recetas. Sí tu necesidad de prolongar la vida de nuestro querido estado. De nuestro país. Y de nosotros con él. Y que sepan que aquí no existen sino buenos presagios. Porque por defender lo nuestro, somos capaces hasta de hacer un caldo de olla hirviendo. No tan solo caliente.

He recorrido por ti, cuidadosamente cada rincón, cada fogón; a cada mujer le he preguntado qué receta podía compartir con nosotros. De una abuela como tú. Y encuentro respuesta, sabes. En cada rincón de este estado, existe un pedazo de mí misma. Esa es mi identidad como mexiquense. Eternamente.

Estas pues recetas todas, las he cuidado para que sean tu testimonio permanente. Para que seas tú quien les platiques a todas juntas cómo has hecho para siempre, un hogar en donde reunirnos y trascender. Mi hogar.

 

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Gilda Montaño

Con singular alegría