Me dueles quemado, incendiado, burlado. Me duele ver a mi gente con la necesidad de entregar la vida por ignorancia; por pensar que unos cuantos litros de gasolina valían la pena, sin saber o sabiendo, que lo que estaba en juego era su vida.
Me duele ver que la esperanza de muchos ha sido el consuelo de muy pocos. Me duele pensar que todo sea un teatro para que la corrupción cambie de manos.
Me duele, y me enoja, pensar que los ingenieros de Pemex, que sí tienen la preparación y el conocimiento para checar que un ducto no tenga fallas de presión, dejaran correr gasolina provocando que decenas personas murieran.
Me dueles México, con la apatía de los poderosos ante la tiranía de los mismos. Me duele ver cómo los gobernadores sacan las manos de un asunto que a los comerciantes, industriales y al pueblo lo tiene con pérdidas sobre pérdidas.
Me duele ver en muchos mexicanos, lo que los griegos nombraban el idiotes, que no es otra cosa que aquel ciudadano que no se quería inmiscuir en asuntos públicos.
Me duele ver la brecha entre los políticos y la política para el pueblo. Y a éstos les recuerdo que todo hueco que dejen en política será ocupado por criminales.
Me duele ver que ya son 10 los feminicidios en 21 días del año en el Estado de México. Y mientras prestamos atención a la falta de gasolina, se nos olvida que los otros delitos siguen.
Me dueles México, con propuestas como la reforma al artículo 19 de la Constitución para penar con presión preventiva oficiosa a los políticos que se corrompen, a los huachicoleros o a quienes cometen delitos electorales y pretendan dejar fuera el feminicidio, el robo con violencia o el secuestro. Son delitos que han enlutado miles de hogares y no les importa.
Me duele ver la falta de oportunidades para quienes consiguen un empleo con un salario mínimo y se esfuerzan por llevar sustento a su casa, mientras que quienes ni estudian ni trabajan puedan obtener 3 mil 200 pesos por existir.
No deseo que Andrés Manuel caiga, sino que le vaya bien. Tampoco deseo que Alfredo del Mazo tenga diferencias con el Presidente. Deseo que piensen en quienes votaron por ellos, en quienes gobiernan para dejar de lado intereses mezquinos que pagamos los mexicanos.
Hidalgo es una pequeña muestra de lo que puede pasar cuando la gente quiere ordeñar un ducto. Pero es también resultado de años de corrupción. Una comunidad en desgracia que una bola de estúpidos, en redes, desde el anonimato, culpan de lo que les pasó.
Hace poco, en Acambay, vimos cómo la gente también lo hacía. Ojalá se tomen las medidas necesarias para no enfrentarnos a una tragedia como la del vecino estado de Hidalgo.
¿Se van a iniciar las investigaciones? Esperemos no se forme una comisión especial, que nunca llegan al fondo de los asuntos y pase al olvido. En fin, ojalá no duela más.