Para entender mejor la vigencia de la democracia que, desde luego, no se trata de un desarrollo lineal, ya que “en todos los países del mundo hay un aumento de la prosperidad de algunos, acompañada lamentablemente de un aumento de la pobreza extrema de otros... Más de mil millones... viven en la pobreza extrema... en su mayoría mujeres... Más de 120 millones de personas de distintas partes del mundo están oficialmente desempleadas y muchas viven en una situación de subempleo”; debemos de reflexionar sobre las perspectivas de la misma.
En este sentido, nos dice Norberto Bobbio que: “Si me preguntan si la democracia tiene un porvenir y cuál será éste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondo tranquilamente que no lo sé... mi intención es pura y simplemente la de hacer alguna observación sobre los regímenes democráticos, y con ello, creo que tenemos bastante. Tanto mejor si de estas observaciones se puede extrapolar una tendencia en el desarrollo (o involución) de estos regímenes, y por tanto intentar algún pronóstico cauteloso sobre su futuro”.
Propone Bobbio que el contenido mínimo de estado democrático es el siguiente:
“Garantía de los principales derechos de libertad; Existencia de varios partidos en competencia; elecciones periódicas y sufragio universal; decisiones colectivas o tomadas, con base en el principio de mayoría.
“A este listado agregaría yo la pluralidad en el ejercicio del mismo. Sin la presencia de estos dos elementos, difícilmente podríamos argumentar que exista la democracia”.
Si queremos empezar a resolver este conflicto, tendríamos que pensar si el discurso que se dio, por ejemplo, con el subcomandante Marcos en el sur del país, no nos remite al siglo pasado, o a los años 70’s, cuando estaban de moda las guerrillas. Aunque este no sea el problema, se tiene que escuchar entre líneas lo que está este hombre dice.
Hay que admitir que durante mucho tiempo la izquierda revolucionaria se definía como crítica o cuando menos poco partidaria de la democracia representativa o burguesa. En México esa postura quedó mejor resumida por la expresión “No queremos apertura, queremos Revolución”; o por el tono peyorativo con que se refería uno a la “democracia burguesa”. Esta postura era totalmente incongruente con la trayectoria histórica y con las acciones emprendidas por la izquierda sobre todo a partir del Movimiento Estudiantil Popular de 1968.
Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, la izquierda ha participado en la conquista y consolidación de la democracia; con ese fin, ha luchado por el sufragio universal y las libertades ciudadanas, por la organización de sindicatos y partidos. Y ahora cree que ya tiene el poder en el país…
(Continuará)