En torno de la renuncia de Germán Martínez Cázares a la dirección del IMSS, seguida de la dimisión de Josefa González Blanco en la Semarnat, se ha leído y escuchado mucha estridencia, más que un ejercicio de reflexión en torno de las condiciones en que se dan.
En principio, no es raro que un gobierno tenga que realizar cambios a diestra y siniestra o que haya renuncias y dimisiones.
En las actuales circunstancias, casi a medio año de haber iniciado funciones, sin duda ha llamado la atención el hecho de que un ex dirigente del PAN nacional, que se sumó a lo que se ha denominado “Cuarta Tranformación”, haya “renunciado” al cargo de director del IMSS por diferendos administrativos con funcionarios de la Secretaría de Hacienda, si bien no dejan de ser también políticos. Y que casi inmediatamente, por causa de un acto, sin duda de prepotencia gubernamental, González Blanco haya presentado su dimisión.
En el caso de Martínez Cázares, burocráticamente hubo heridos en el camino, especialmente con Raquel Buenrostro, oficial mayor de Hacienda, y Carlos Urzúa, titular de la misma, pero en el terreno político las cosas no parecen ser iguales.
La política es “hacedora de milagros” y el espacio para las “reconciliaciones” consideradas en otros ámbitos como imposibles, y Martínez Cázares evitó un rompimiento sin retorno con el Presidente, dejando el camino para continuar en este intento por enfrentar, desde otra óptica, la problemática nacional.
Porque aunque le han tirado el anzuelo desde el PAN, Martínez Cázares refrendó su compromiso con los intentos transformadores del gobierno federal, faltando ver si desde su escaño en el Senado de la República lo hará efectivo contra ese modelo económico del que, igual que el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, dijo estar en contra actualmente.
Hasta donde es posible observar, el ex dirigente albiazul salió muy lastimado y confrontado con ciertos círculos de panistas y ex panistas, entre ellos no sólo el integrado por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa y Margarita Zavala, sino también con Marko Cortés, dirigente, y Ricardo Anaya, ex candidato presidencial.
Y Martí Batres, figura dentro de morena y el Senado, se encargó de enviar un mensaje para evitar un aterrizaje tipo albatros por parte de Germán Martínez, dándole la bienvenida a las tareas legislativas.
Lo valioso de la renuncia de Germán Martínez es el mensaje de que por más poder que se quiera acumular o se tenga, siempre habrá seres dispuestos a hacer uso de la disidencia políticamente correcta, uno de los espacios generalmente vacíos, con o sin democracia y ya por apego irrestricto a metas o por convencional interés.
Pero además, y creo que más vale la pena destacar, que es otra llamada de atención, porque el de Martínez Cázares no ha sido el único caso para corregir el rumbo respecto de los planes de austeridad o de combate a la corrupción.
En cuanto a Josefa González, sólo cabe decir que este tipo de desplantes (detener un vuelo comercial, afectando a empresarios y usuarios) no caben en nadie con tantito sentido de responsabilidad.
Es una lástima este suceso, y es de esperar que no sea una cortina de humo, ahora que a la ex funcionaria correspondería tratar el asunto del impacto ambiental de las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en la Base Aérea Militar de Santa Lucía, en el municipio de Tecámac.